Están haciéndolo bien

Rodrigo Fernández Chois

Esa mañana estaba pensando en el sexo de los ángeles. No hay otra explicación para haber violado la norma del “pico y placa” del día. Y para colmo de males, el guarda de tránsito -después de haberme detenido- me informa que tenía vencida la revisión técnico mecánica.

“Lo siento, pero debo hacerle un comparendo e inmovilizarle el vehículo.”

“Hágalo no más, agente, que esto me pasa por p…” “Si usted hace el curso vial se ahorrará el cincuenta por ciento de la multa”, terminó indicándome el funcionario.

Al otro día me dispuse a sacar el vehículo de “los patios”. En un punto cancelé los gastos de grúa y demás, luego en un segundo punto -al otro extremo de la ciudad- sellar un papel y fi-nalmente, en un tercer punto, retirar el vehículo.

“Esto debe ser parte del karma” concluí.

Con la intención de ahorrarme unos pesitos, programé la cita para el curso de dos horas de duración.

Un sistema muy eficiente me la agen-dó para el día siguiente a primera hora. Llegué temprano y ¡Oh sorpresa! ¡Qué cantidad de gente!

El curso comenzó puntual. Un sesentón, de recio talante, delgado y con anteojos nos dio la bienvenida.

“Cosa difícil lidiar con individuos que estamos aquí por el sólo hecho de ahorrar nos unos pesos”, pensé.

El curso inició y el experimentado institutor supo conquistar a la audiencia y, lo más importante, logró sensibilizarla sobre la responsabilidad que trae consigo conducir un vehículo.

Las horas pasaron volando y al final aplaudimos al veterano maestro.

Sea esta nota para felicitarlo a él y a la Secre-taría de Tránsito… ¡Están haciendo bien las cosas!  

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