Un espacio público de calidad es condición inigualable para un territorio que le apunte a la reconciliación y a su desarrollo.
En línea a esto, debe relacionar su naturaleza, es decir, las características de su entorno, con los factores sociales y, desde ambas dimensiones, se plantea su disfrute y aprovechamiento para garantizar un equilibrio entre las potencialidades y vocaciones y las costumbres propias del territorio.
Se conoce bien que referentes internacionales han moldeado estándares de medición del espacio público, los cuales resultan objeto de las acciones públicas destinadas a ello. ONU Hábitat, por su parte, establece como mínimo aceptable de espacio público efectivo un total de 15m2 por habitante, mientras que la Organización Mundial de la Salud (OMS) señala como estándar entre 9 a 15m2.
Haciendo zoom, el promedio colombiano de espacio público efectivo arroja una cifra distante a los números recomendados. Con 3,45 m2 por habitante, según la medición del Departamento Nacional de Planeación, los principales esfuerzos en el territorio nacional se reflejan desde las ciudades capitales e intermedias del país, ubicando las agendas locales como principales recipientes para el diseño e implementación de obras que aumenten tales estadísticas, procurando el desarrollo urbano sostenible.
Esta última situación no es ajena a Cali. Con índices heterogéneos y dispersos de espacio público efectivo, según la comuna visualizada, lograr la ciudad renovada y sostenible que establece nuestro Plan Distrital de Desarrollo 2024-2027, ha señalado como uno de los principales objetivos alcanzar 4m2 de espacio público efectivo por habitante.
Tal meta requiere implementar 1.164.594 m2 de espacio público efectivo -equivalentes a 35 veces el área superficial del Estadio Pascual Guerrero-.
Teniendo en cuenta que el estándar de espacio público se define por la Organización Mundial de la Salud, las acciones encaminadas a volverlos accesibles y seguros, se relacionan con la salud mental y física de los habitantes; con esto en mente, las mejoras destinadas al espacio público efectivo – connotación según la norma- en Cali, exige escalar a un debate de la ciudad urbana y rural, hablando de espacio público en términos generales.
Desde esta visión, bajo un énfasis en las nutridas conexiones ecológicas de la ciudad, se proyectan 3,45 m2 y 10,47 m2 por habitante, de puntos de encuentros ciudadanos y de valor ambiental, respectivamente.
Así, conectar los territorios requiere un espacio público aprovechable desde los elementos que son propios de Cali: al unísono, biodiversidad, multiplicidad étnica, riqueza cultural y deportiva; cumplir esta tarea exige una armonía entre el goce equitativo del espacio y las herramientas administrativas que se den para ello, como función constante.
Generar una cultura del aprovechamiento del espacio público como nodo de encuentro y disfrute de la ciudad, va de la mano a aquellas acciones encaminadas sobre el cobro de su uso, toda vez represente una actividad comercial; desde una postura técnica, se entiende como Aprovechamiento Económico del Espacio Público.
Tal interacción, entonces, entremezcla el goce por parte de la ciudadanía con un mayor control administrativo, sentando las bases de una reinversión para un espacio público que brinde una mayor calidad de vida a la ciudadanía, al igual que la formalización de dinámicas para una implementación de la ciudad organizada.
En este contexto, Cali, Capital Pacífica de Colombia, ve en el espacio público efectivo un agente de reconciliación y de interconexión entre propios y visitantes; bajo este poder transformador, las características particulares de la ciudad, como un organismo vivo, deben ser un insumo fundamental para el diseño de los espacios en suma de recuperar la dignidad del territorio, mediante las garantías que se establezcan para habitar en él.
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