Si el presidente va o no va a los sitios donde ocurre una masacre, malo. Si el Ministro de Defensa da una explicación, malo, si no la da, también.
No les gusta que el hijo de Jorge 40 esté en cargos de manejo de víctimas y derechos humanos, pero sí que Pastor Alape niegue delitos cometidos por él y sus secuaces o que los delincuentes de lesa humanidad estén en el Congreso opinando sobre temas en los que son expertos por lo negativo, como Victoria Sanguino frente al aborto.
Malo que amenacen de muerte a Miguel del Río, pero merecido que me lo hagan a mí o a Abelardo de la Espriella. Estamos en un país dividido en el que al menos hasta las elecciones de 2022 no cambiará.
En lo que sí el país no puede dividirse es en rechazar a los delincuentes que han ocasionado las masacres en los últimos meses, el país al unísono debe salir a rechazar a los grupos delincuenciales como cuando marchábamos contra las Farc. No podemos dejar que la historia se siga escribiendo al revés, que las marchas sean contra el Gobierno y no contra los criminales.
También esperamos que el Gobierno reaccione con mano firme, encuentre caminos para tomar el control y la seguridad, que se proteja la vida, en especial de líderes sociales, menores, indígenas y personas vulnerables. Que la Fiscalía encuentre y sancione después de un juicio garantista a los responsables y que la fuerza pública los capture o los dé “de baja”.
Rechazamos guerrillas, terroristas, narcos, delincuencia común, grupos organizados al margen de la ley y toda forma de violencia. Yo creo que todos defendemos la vida y queremos seguridad, justicia y tranquilidad.
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