Diariamente sigo los acontecimientos en nuestra nación hermana, Venezuela. Me atrevería a decir que este interés es compartido por muchos en nuestro hemisferio, lo que solemos llamar “el mundo libre”.
Recientemente, Jaime Bayly, un reconocido escritor, periodista y presentador peruano, anunció que Estados Unidos había dado un ultimátum a los líderes del régimen venezolano con una fecha límite.
Esta noticia me sorprendió, y aún más las supuestas dos opciones que la potencia del norte ofrecía a los criminales golpistas: la primera, salir por las buenas, lo que les concedería una especie de amnistía para entregar el poder, exiliarse en otro país y disfrutar hasta el final de sus días de la inmensa y mal habida fortuna que construyeron a costa del sufrimiento del pueblo venezolano. La segunda opción, salir por las malas, con todo lo que implica una amenaza de tal magnitud.
De ser cierto este ultimátum, sería sumamente preocupante, ya que brindaría a los criminales una especie de “patente de corso” para hacer y deshacer cuanto quieran con el sufrido pueblo venezolano hasta el 5 de noviembre, la supuesta fecha límite, y a partir de ese día, marcharse tranquilos, a buen retiro, para gozar de su inmensa fortuna sin que sobre ellos caiga justicia alguna.
Ante semejante infamia, recordé la diferencia mitológica que hacían los griegos entre la justicia de los hombres y la divina.
Este ultimátum sería un engendro de la imperfecta justicia humana. Sin embargo, los criminales merecen todo el rigor de esa justicia perfecta y divina que encarna la diosa Temis y, sobre todo, la llegada también de la diosa Némesis, quien representa el castigo merecido.
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