De imprudencias y cortos circuitos

Víctor Manuel García

Colombia históricamente ha sido un país respetuoso del derecho internacional, y su diplomacia, si bien nunca ha tenido una gran dosis de profesionalidad, si se ha manejado en parámetros de respeto interestatal.

Tal respeto por el derecho internacional ha rayado incluso con el extremo, a tal punto que ha llevado a conceder en detrimento de los intereses del país, miles de kilómetros cuadrados de territorio, siendo la pérdida más reciente los más de 70 mil kilómetros cuadrados en aguas del archipiélago de San Andrés.

Es por esta razón que son muy esporádicas las declaraciones subidas de tono como la del ministro de defensa Diego Molano, quien declaró sin ningún desparpajo que Irán, país con el cual Colombia sostiene relaciones diplomáticas desde hace más de 45 años, es un enemigo.

Tal fue la situación, que rápidamente Iván Duque buscó la manera para enmendar un error que difícilmente podrá tomarse a la ligera por varias razones.

En primer lugar, Diego Molano se ha convertido en un ministro incómodo que ostenta el récord de ser el jefe de la cartera de defensa con el mayor nivel de desaprobación histórico, de acuerdo a datos de la encuestadora Cifras y Conceptos, una situación que se ha convertido de a poco en un ancla que va “sumando peso” y hace más difícil la tarea del equipo de comunicaciones de Presidencia en el manejo de la imagen de Iván Duque.

En segundo lugar, corrobora la falta de rigurosidad del gobierno actual al momento de lanzar al “ruedo” hipótesis, las cuales en muchas ocasiones no cuentan con un sustento claro y sólido, como es en este caso, pues algunos actores cercanos al gobierno nacional al “salir en defensa” de Molano, manifestaros que esas declaraciones eran válidas debido a la supuesta presencia del grupo Hézbola en Venezuela, situación que según su saber y entender amenaza la seguridad nacional de Colombia.

En este sentido, vale la pena resaltar qué, hasta la fecha, aún no se ha podido comprobar mediante fuentes fidedignas esa presencia en territorio venezolano y de ser así como estaría amenazando la seguridad y la integridad territorial de Colombia.

En tercer lugar, no se puede obviar que estas declaraciones se dan en un momento desafortunado, teniendo en cuenta que Colombia en materia de política exterior no pasa su mejor momento, ya que se encuentra relativamente aislado.

Por ejemplo, actualmente existe una distancia con Estados Unidos, su principal aliado; la Alianza del Pacífico que de a poco se fue convirtiendo en su “colchón” de refugio, en la actualidad se encuentra en un proceso de estancamiento debido a problemas domésticos de sus cuatro miembros y al surgimiento de diferencias ideológicas de los mandatarios de turno de los Estados firmantes.

La Unión Europea por su parte ha basado en gran medida su agenda con Colombia en el cumplimiento del acuerdo de paz, una tarea que simplemente no ha contado con una verdadera voluntad política por parte del gobierno de Duque, lo que ha generado un enfriamiento tangencial y no formal en las relaciones con los países del viejo continente.

Y con los vecinos, no cambia la situación. Con Venezuela, no hay relaciones diplomáticas; Brasil además de estar atravesando un proceso político interno muy convulsionado, también tiene otras prioridades en el campo internacional y Colombia no es una de ellas. Con Panamá y Ecuador, hay relaciones cordiales y en buena sintonía, pero son dos países que carecen de “peso real” en el concierto internacional e incluso en el contexto latinoamericano.

Por último, Molano hace estas imprudentes declaraciones en un contexto doméstico preelectoral, brindándole argumentos a la oposición que le permiten caldear aún más el ya muy polarizado ambiente político del país.

Hay un dicho en la política que hace referencia a los ministros como “fusibles que deben irse cambiando en la medida que se van fundiendo”, pues bien, en este caso el presidente Duque debe entender que el fusible de la cartera del MinDefensa hace mucho rato se fundió y en lugar de conectar está haciendo “corto circuito”.