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Crónicas de un mal anunciado

Alejandra Cifuentes Reyes

Recientemente, algunas personalidades mediáticas colombianas, como Matador o Pirry han pasado a criticar públicamente al actual presidente, cuando no hace mucho militaban en sus filas.

En particular llama la atención la forma en que dicen estar decepcionados después de haber votado por un cambio para el país, y en su lugar han encontrado a un presidente arrogante y tirano.

No es para menos, ya que a Petro parece faltarle ya sea el interés o la capacidad de cumplir con todo lo que prometió en campaña, o lo que lleva años promoviendo como líder de izquierda y de oposición en Colombia.

Estos meses se han caracterizado por escándalos de grandes proporciones e intentos de reformas alarmantes.

Alegando ser el presidente del cambio, Petro ha buscado enfocarse en cuestiones de salud y empleo.

Para ello, ha anunciado una reforma en lo relativo a ambos temas.

En los dos casos, la perspectiva difícilmente podría ser más espantosa.

Por un lado, la reforma a la salud plantea aún muchas dudas sobre su articulado, pero lo que se ha conocido ha generado una enorme preocupación en la opinión pública.

La reforma laboral por su parte no se queda lejos, y ha dejado ver un panorama muy oscuro para las condiciones reales de empleabilidad de los colombianos en caso de aprobarse.

Si bien el sistema de salud tiene muchas cosas que deben cambiar, lo que deja ver Petro es un odio enfermizo hacia el sector privado y la obsesión de que sea el Estado quien se encargue de prestar el servicio por completo.

Con la experiencia mundial del fracaso de los Estados al encargarse de las prestaciones sociales, y su ineficiencia al encargarse de los problemas públicos, no es de extrañar que incluso aquellos que anteriormente confiaron en Petro se preocupen.

Son bien conocidos los problemas del modelo EPS, pero dejar a los usuarios únicamente en manos del Adres revela que al presidente le importa menos solucionar el problema que imponer su capricho particular sobre los colombianos.

La reforma laboral por otro lado lleva a cuestionarnos si realmente el presidente es un economista.

Lo único que revela es su afán por regular y controlar todo aquello que prospera y genera bienestar.

Jamás Petro ha ocultado su desprecio por el sector productivo, ni su afán igualitarista que siempre tiene como consecuencia la destrucción de la riqueza y el empobrecimiento de la sociedad.

Por supuesto, mejorar las condiciones de los trabajadores siempre es un buen objetivo.

Sin embargo, la experiencia muestra que los obstáculos estatales a las empresas suelen terminar en más desempleo.

De esta forma, iniciativas como el aumento de las horas extra o la regulación de los contratos de las plataformas digitales solo pueden augurar desempleo, pues habrá menos incentivos para contratar.

Por si su peligrosa agenda política fuera poco, no han faltado los escándalos en su administración.

Y el hecho de que los involucrados sean personas tan cercanas como su hijo o su vicepresidenta revela hasta qué punto el abuso del poder es una constante en el entorno de Petro.

Que, por un lado, la vicepresidenta del cambio, que tanto criticó los excesos de la clase política, ahora monta en helicóptero hacia su vivienda en Dapa, y que cualquier crítica hacia su incoherencia sea clasismo o racismo, muestra la hipocresía de quien es la única que parece vivir sabroso.

Por otro lado, que el hijo del presidente este siendo investigado por lavado de activos, hace preguntarse qué valores existen en la familia presidencial.

Aunque por supuesto, ya Petro se lavó las manos respecto a su crianza.

No es entonces sorprendente que ciertas personalidades públicas muestren su inconformidad con el gobierno Petro aun después de originalmente apoyarlo.

Sin embargo, con base al desastre de su gobierno, de lo que solo se han enunciado pequeñas muestras, lo correcto sería que adicionalmente pidieran disculpas públicas por ayudar a elegir a un megalómano incompetente.

¿Pero acaso no pueden equivocarse? La vida está llena de errores, pero elegir a un criminal indultado, un congresista jactancioso, y un alcalde desastroso, que jamás ocultó todas sus nefastas ideas para la presidencia, deja sin excusa a todo aquel que votó por él.

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