Anteriores generaciones aprendieron historia con los hermanos Maristas. Mis contemporáneos en la Historia de Henao y Arrubla. Luego irrumpió el movimiento de la Nueva Historia de Jaime Jaramillo, Germán Colmenares, Orlando Fals Borda, Álvaro Tirado Mejía y otros que objetivaron los hechos históricos. Finalmente, la reforma curricular de los programas oficiales propicia que de manera errónea se relegue a un segundo plano la historia y sólo se estudien los problemas sociales de la actualidad. Como resultado tenemos que por desconocimiento quedamos expuestos a repetirla, más cuando la historia queda reducida a meras anécdotas que no crean conciencia al no analizarse las causas y su fondo económico y político. Eso ocurre, por ejemplo, cuando los hechos del 20 de julio de 1810 en Santa fe de Bogotá se toman como fecha de referencia del inicio de la época de la independencia de la Nueva Granada y sólo narramos voyeristamente la trifulca a puñetazo limpio entre criollos y chapetones, causada por el premeditado incidente de solicitar a un comerciante español un florero en préstamo. El primer grito de inconformidad criolla, no de independencia, se escuchó diecisiete días antes aquí en Cali y la firma del Acta fue liderada por don Joaquín de Cayzedo y Cuero. La única intención que alentaba a los ilustres criollos, santafereños y caucanos, era que la Corona les otorgara participación en la Administración y por eso expresaron por escrito que seguirían fieles al Rey de España. El primero y auténtico hecho independentista fue el levantamiento comunero de 1781, liderado por José Antonio Galán, que fracasa cuando Berbeo y Rosillo Plata capitulan en Zipaquirá. Simón Bolívar concluyó la independencia el 7 de agosto de 1819 en Boyacá. Por desconocimiento quedaríamos condenados a repetir la historia.
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