Cadena perpetua para violadores

Natalia Bedoya

Uno y otro caso en-cienden las alarmas sobre la violencia contra la niñez en Colombia. En nuestro departamento, por ejemplo, la muerte de Diana Tatiana Rodríguez hace unos meses, hallada muerta en Buenaventura, se sumó a los 180 niños asesinados en el país entre enero y abril del 2019 (según cifras de Medicina Legal).

Las noticias de feminicidios nos alerta, pero al parecer el tiempo es una píldora de olvido, nuestros niños siguen siendo víctimas de violencia sexual, de maltrato, de explotación y de feminicidios, ¿y que estamos haciendo para prevenir estos atroces delitos? Nada.

Una nueva historia nos conmueve, nos hace movilizarnos, pero al cabo del tiempo, la impunidad sigue y lo laxo de las penas termina volviendo los delitos contra los menores de edad una práctica reiterada en una sociedad enferma.
Con cinismo, el victimario de Diana Tatiana aceptó haber cometido el feminicidio y hoy está privado de su libertad, pero no es suficiente, la pena de muerte se convierte en una necesidad para frenar el crimen más enfermo que puede cometer un ser humano.

Son 48 feminicidios conocidos en el primer trimestre de 2019, según la Fiscalía. A los niños víctimas de violencia, no les alcanza la vida para llegar a la adolescencia, sin haber aportado a la construcción de un mejor país, los vuelven víctimas de un crimen que no deberían soportar y, en muchos de los casos, son sus propios familiares los autores de estos macabros delitos. La indignación no puede seguir siendo pasajera, como ciudadanos tenemos la tarea de exigir medidas punitivas eficaces que logren castigar y prevenir los crímenes contra los más vulnerables de la sociedad, los niños.

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