Welker y Barreto son apellidos que tienen un recuerdo importante para mí y para los habitantes del Distrito de Aguablanca, por la gran huella que dejaron en los corazones de cientos de familias del oriente de Cali.
Tuve la fortuna de conocer y compartir no sólo con el particular padre alemán Alfred Johannes Welker, quien durante mucho tiempo trabajó con la comunidad de los barrios El Retiro y El Vergel, sino que conocí de cerca el proceso comunitario que lideró la religiosa Alba Stella Barreto con jóvenes en riesgo de ingresar a pandillas, con mujeres jóvenes en embarazo y víctimas de violencia, y con la puesta en marcha de una realidad que se llama Tecnocentro Cultural Somos Pacífico, ubicado en el barrio Potrero Grande.
El padre y la monja consagraron su vida a la lucha social llenando de esperanza el corazón de miles de familias que se enfrentaban día a día con las penurias de una realidad social que tenía en su inventario una gran carencia de amor y un panorama desolador donde reinaba la sangre y el destierro de los sueños.
Hoy, el oriente, tiene muchas historias que contar producto del trabajo de estos ángeles sociales que se dedicaron a tejer reivindicaciones a partir de la dignificación de la mujer, las madres cabeza de hogar, el derecho a la niñez y la rehabilitación de jóvenes en conflicto.
Hoy, Cali, está de luto por la pérdida de una mujer que trabajó incansablemente por el bienestar de los más necesitados. Hoy, estos ángeles seguirán protegiendo el cielo del oriente.
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