Cali necesita un proyecto de reconciliación: Arquidiócesis Cali necesita un proyecto de reconciliación: Arquidiócesis

Cali, mayo 3 de 2024. Actualizado: viernes, mayo 3, 2024 19:20

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Cali necesita un proyecto de reconciliación: Arquidiócesis

La problemática de violencia en Cali necesita un proyecto de reconciliación interurbano que integre los municipios vecinos y donde los jóvenes sean los protagonistas y tengan mayores oportunidades laborales y educativas. Así lo explicó Jesús Darío González, coordinador del Observatorio de realidades sociales de la Arquidiócesis de Cali en diálogo con el Diario Occidente.

¿Qué lectura le hacen a la situación de violencia que se vive en Cali?
La ciudad está muy preparada para contar los hechos violentos, pero las dinámicas sociales y el crecimiento demográfico de la ciudad y de territorios con carencia del Estado hace que haya una gran fragilidad para intervenir de verdad esos escenarios de violencia.

Hay una gran dificultad para que el  tema de violencia no se aborde desde el punto de vista de seguridad sino para que esté la otra visión de la convivencia, de la construcción de un proyecto solidario, educativo y de inclusión social.

¿Algunos territorios o zonas de la ciudad están estigmatizadas por su situación de violencia?
Hay un amplio territorio donde se cruzan situaciones de pobreza y desplazamiento y estos sectores viven una situación de exclusión con la idea de que son violentos; hay una gran estigmatización en la ciudad sobre los territorios del oriente y zona de ladera.

¿Qué ha pasado con los jóvenes?
Tenemos una estructura poblacional muy joven, unos 500 mil jóvenes menores de 30 años que demandan oportunidades pero no las tienen, hay pocas posibilidades para educarlos.

Usted puede tener la necesidad y la oferta pero no tiene capacidad de demanda y eso no se ha entendido muy bien; es decir, hay familias con necesidad de mandar los chicos a la escuela y hay la oferta del Estado inclusive gratuita pero esas familias no tienen la capacidad de demandar esa oferta, no tienen cómo mandar los niños a la escuela, no tienen para la alimentación o la ropa o porque tienen que ir al semáforo a pedir plata o trabajar.

¿En dónde termina esa falta de oportunidades para los jóvenes?
Las redes ilegales tienen una amplia oferta ilegal ligada al uso de la fuerza y la agresividad y en el ejercicio sistemático de la violencia; esa oferta sí está a la mano, está en la esquina, ahí no hay que inscribirse, ahí terminan los jóvenes.

¿Qué tanto afecta la estigmatización a los jóvenes?
De dos maneras, les limita el acceso a oportunidades y a espacios de construcción de su identidad, pero lo más grave es que los jóvenes terminan haciendo de ese estigma su identidad; entonces cuando un chico pasa por la gallada y le tiene miedo, lo más fácil es meterse a la gallada y ahora todo el mundo le va a tener miedo a él también.

¿Cómo ven el tema de las fronteras invisibles en  la ciudad?
El uso sociológico de las fronteras invisibles se ha vuelto una forma muy comunicativa de hablar de un tema que tiene un nombre más crítico y profundo, y es que hay una geografía de la violencia en la ciudad que habla del confinamiento de poblaciones, de la estigmatización de poblaciones y de la estratificación del delito.

Las fronteras invisibles  tienen que ver con una pedagogía del miedo, por aquí no puedo pasar, hay una crisis comunitaria, expresas que unas minorías ligadas a las tareas delictivas y al autoritarismo han generado el confinamiento de comunidades inmensas que no pueden usar la noche o el amanecer o no pueden usar los parques porque estos grupos no lo permiten.

Quiénes son
El Observatorio de realidades sociales de la Arquidiócesis de Cali es un espacio creado por monseñor Jesús Darío Monsalve hace dos años para monitorear, interpretar, difundir e incidir en el conocimiento de las realidades sociales de la ciudad-región a partir de información de entidades oficiales y análisis de diferentes universidades.

Iniciativas interurbanas
¿Qué proponen para solucionar esta problemática?
Necesitamos un gran proyecto de reconciliación. La ciudad requiere embarcarse desde sus estructuras públicas, barriales, fuerzas vivas en un proceso de reconciliación; dicho proceso debe ser interurbano porque lo que pase en los barrios de El Retiro o El Vergel tiene que ver con Buenaventura, lo que pasa en Petecuy tiene que ver con Tumaco; esto no es un asunto que se pueda pensar de una forma doméstica o parroquial.

Hay que pensar en lo interurbano, en lo regional, necesitamos un proyecto que no se agote en las fronteras administrativas; lo que pasa en Yumbo tiene que  ver con el norte de la ciudad, lo que pasa en Jamundí tiene que ver con el sur; esto no hay que pensarlo desde el punto metropolitano sino de unas redes   más grandes.

Y, lo segundo, es que se requieren propuestas endógenas que salgan de las mismas comunidades; requerimos una nueva generación de movimientos sociales, movimientos ciudadanos y juveniles para que pensemos en estas geografías del conflicto y no se repitan.

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