Cali, noviembre 21 de 2025. Actualizado: jueves, noviembre 20, 2025 23:09

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Cuando medias, cucharitas y otros objetos tienen vida propia

La maldición de las cosas que desaparecen en la casa

Existen fenómenos paranormales que la ciencia todavía no puede explicar, pero ninguno tan desconcertante como el misterio doméstico de las cosas que desaparecen sin dejar rastro.

No hablamos de llaves olvidadas ni de documentos mal guardados.

Hablamos de medias que entran juntas a la lavadora y salen solteras, de cucharitas que inician una vida paralela, de ganchos de ropa que se evaporan, de tapas de tupper que huyen de sus bases como si tuvieran libre albedrío.

No importa cuántas veces limpies, organices o revises los mismos cajones: algunos objetos están destinados a desaparecer, como si tuvieran una agenda secreta.

Las medias, por ejemplo, son las protagonistas indiscutibles de este misterio. No hay hogar en el mundo que pueda afirmar que todas sus medias están emparejadas.

Es imposible. Las medias se fugan. Se esconden. Se mudan. Y nunca explican por qué.

Una teoría popular afirma que hay un portal interdimensional detrás de la lavadora que se alimenta de telas pequeñas y vulnerables.

Otra teoría, igual de lógica, dice que las medias simplemente están cansadas de las responsabilidades humanas y han decidido vivir sus sueños sin compromisos.

Las cucharitas

Ellas también tienen lo suyo. No importa cuántas compres: siempre se pierden. Empiezan siendo doce y, con el tiempo, sobreviven tres.

Pero uno nunca recuerda haberse tragado las otras nueve. Pareciera que las cucharitas tienen aspiraciones secretas: quizá se unen en algún rincón del universo para formar una comunidad que no quiere saber nada de café mañanero ni de revolver azúcar hasta el cansancio.

Lo mismo sucede con los ganchos de ropa. De un día para otro, desaparecen como si hubieran renunciado al trabajo.

Tú sabes que compraste veinte, lo recuerdas perfectamente, pero cuando abres el clóset encuentras nueve, todos deformados y colgando como si estuvieran cansados de existir. ¿Dónde están los demás? Nadie lo sabe. Quizá se marcharon en busca de un clóset más interesante.

El caso de las tapas de tupper

Este es aún más grave. Parece que la vida doméstica hubiera creado una ley universal: ninguna tapa corresponde al tupper que necesitas. Es como si se asignaran nuevas identidades durante la noche.

La tapa correcta siempre desaparece justo cuando estás apurado. Pero cuando quieres botar los tuppers viejos, ¡ahí sí aparecen todas las tapas posibles! La cocina es un universo perverso.

Y no hablemos de los cargadores, esos seres volátiles que uno deja en la mesa y luego no vuelven a verse jamás.

Puedes jurar que lo dejaste exactamente encima del escritorio, y quince segundos después el cable ha decidido evaporarse en defensa propia.

Hay quien dice que los cargadores son nómadas naturales y no soportan el cautiverio humano. Saltan de casa en casa, de bolsa en bolsa, de enchufe en enchufe. Nunca pertenecen a nadie.

Todo este caos podría ser simplemente desorden, pero se siente como algo más profundo. Como si los objetos tuvieran personalidad.

Como si huyeran del estrés humano. Como si estuvieran hartos de cumplir funciones que no eligieron. Tal vez las medias quieren libertad, las cucharitas quieren vacaciones y los tuppers quieren anonimato. Y, por supuesto, nosotros queremos explicaciones.

Mar de emociones

Pero quizás lo más curioso de estas desapariciones es su efecto emocional. Nos indignamos, nos frustramos, nos reímos, organizamos la casa con furia, sospechamos de familiares inocentes… y al final, aceptamos que la vida está llena de misterios.

Nos recuerda que no controlamos ni lo más pequeño. Que la casa tiene vida propia. Que hay caos incluso en lo doméstico.

Y que, en el fondo, no estamos solos: estamos acompañados por cinco medias sin par, siete tapas sin tupper y un cargador renegado.

Tal vez esa es la verdadera enseñanza de estas desapariciones: la vida siempre tendrá algo que no entendemos, algo que nos falta, algo que no encontramos aunque esté delante de nuestros ojos.

Y está bien. Después de todo, si todo fuera perfecto, ¿qué haríamos sin el drama anual de buscar medias en Navidad o la emoción de encontrar una cucharita perdida detrás del horno?

La próxima vez que desaparezca algo, no te estreses. No estás perdiendo objetos. Estás viviendo en un hogar con personalidad.

En un universo doméstico que respira, juega, esconde y se ríe de ti. Y aunque no lo admitamos, nos encanta tener historias así. Porque nada une más que decir:te juro que estaba aquí… y ahora ya no está”.

*Este artículo fue elaborado por un periodista del Diario Occidente usando herramientas de inteligencia artificial.


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