Cali, marzo 10 de 2025. Actualizado: domingo, marzo 9, 2025 20:28
Luis Ángel Muñoz Zúñiga – Especial Diario Occidente
Generalmente se piensa que el oficio de los escritores sea exclusivo y que obedezca sólo a la vocación por la literatura.
A los escritores se los estima absortos en su pasión literaria, sólo dedicados a la inspiración poética y la narrativa.
Se cree que ellos desecharon otras actividades porque repelerían con su creación literaria y están caracterizadas por estéticas distintas, sin la ética del acto de escribir.
Quienes eso piensan sólo aceptan la afinidad entre el periodismo y la literatura, por ejemplo, refieren el caso de Gabriel García Márquez, porque en su primera etapa de vida cultivó las historias reales que después como novelista transformaría en ficciones.
Entre los escritores latinoamericanos, hubo excepciones: poetas, uno colombiano, el otro chileno; novelistas, uno mexicano, el otro argentino, que conjuntamente sacaron tiempo para actividades diferentes a la metáfora y la ficción: Jorge Isaacs dedicado a la ingeniería de carreteras, la investigación antropológica y a ser combatiente en la guerra civil; Juan Rulfo, dedicado a la fotografía y la antropología; Ernesto Sábato, a la física, a la pintura y dedicado a actividades del Tribunal Russell, contra los crímenes políticos y la tortura; y Pablo Neruda, senador perseguido por la derecha.
A Jorge Isaacs se le reconoce como un gran poeta, autor de “María”, pero poco se mencionan sus otras actividades profesionales.
Al morir su padre, fue heredero de varias haciendas en el Cerrito y norte del Valle, pero por dedicarse a la poesía y por la falta de experticia administrativa y manejo de los libros de contabilidad, fracasó en los negocios y finalmente su familia fue expropiada de los ingenios azucareros.
Otra importante faceta del poeta caleño fue la de inspector de obras de ingeniería en la construcción de la vía Cali- Buenaventura.
El poeta en las noches de descanso, después de las agotadoras jornadas, en los campamentos a la altura de Dagua, junto a la llama de un candil escribió “María”, que en 1867, publicó en una primera edición de ochocientos ejemplares.
Pero Isaacs no fue indiferente a la política y a la guerra, peleó entre 1876 y 1880, en Los Chancos y otras batallas, entre Buga, Tuluá y San Pedro.
En la crónica política “La revolución radical en Antioquia 1880”, el poeta narró detalladamente el golpe que lo proclamó jefe civil y militar del Estado Soberano de Antioquia.
Isaacs estuvo dedicado a las exploraciones e investigación antropológica, en 1884, publicó “Exploraciones de tribus indígenas en el Estado del Magdalena”.
A Juan Rulfo se le reconoce como el narrador que más influyó en el estilo de otros novelistas, por ejemplo en Gabriel García Márquez, que inclusive, se destacarían como escritores del Boom de la Literatura Latinoamericana.
A los críticos les bastó con considerarle el autor de “Pedro Páramo” y “El Llano en llamas”, sin embargo, su legado completo es tríptico: la narrativa, la antropología y la fotografía.
Durante dos décadas trabajó en el Instituto Nacional Indigenista de México, donde coordinó las exploraciones, clasificó los resultados de las investigaciones y dirigió la revista con publicaciones de informes etnográficos.
El otro legado cultural de Juan Rulfo es la fotografía que capturaba paisajes, desiertos, caminos de piedra, ruinas, ferrocarriles, pueblos, mercados de artesanías, músicos, iglesias, plazas, gente, edificios de moderna arquitectura y hechos sociales de la historia mexicana.
Aunque se inició en 1930, la mayor parte de su trabajo fotográfico lo realizó entre 1940 y 1950, para su trabajo profesional utilizó tres cámaras, marcas: Leica, Rolleiflex y Hasselblad.
Las dos exposiciones fotográficas más famosas, fueron hechas en marzo de 1960 en Guadalajara y, en 1980, organizada por el Palacio de Bellas Artes de Ciudad México.
Ernesto Sábato fue docente universitario que impartía las cátedras de física y de matemática.
También pintaba en su taller galería de Santos Lugares.
En 1938, inició su carrera científica vinculado al Instituto Curie, donde realizó investigaciones junto a Iréne y Frederic Jolio-Curie.
En su primera etapa de producción intelectual publicó ensayos: “Uno y el universo” (1945), “Hombres y engranajes” (1951), “Heterodoxia” (1953).
Con su primera novela “El Túnel”, en 1948, anuncia que abandona la ciencia para dedicarse por completo a la literatura; decisión tomada luego que percibió cómo las aplicaciones científicas destruyen las relaciones humanas interpersonales.
“En el siglo XX, el mundo está llegando a sus últimas consecuencias de una civilización tecnolátrica. El capitalismo acumula capitales, más la concentración industrial, son causas de su monstruosa expansión, con un Estado provisto de todos los medios de persuasión y de coerción”.
(Hombres y Engranajes. Sábato).
Anuncia que abandonaba la ciencia, la física atómica que contribuía con la construcción de bombas atómicas que en las guerras mundiales se utilizaban en la destrucción de ciudades y el exterminio de los pueblos más pobres y débiles.
A Pablo Neruda se le reconoce como el poeta romántico universal, Premio Nobel de Literatura 1971, pero poco se difunde su otra faceta, la del político militante de la izquierda chilena, que renunció a su candidatura presidencial para que el médico Salvador Allende en 1970 llegara al poder mediante una coalición política de Unidad Popular.
En “El cuerpo repartido” un fragmento en sus memorias “Confieso que he vivido”, él se refiere a su etapa de senador: “Mis discursos se tornaron violentos y la sala del Senado estaba siempre llena para escucharme. Pronto se pidió y se obtuvo mi desafuero y se ordenó a la policía mi detención. Pero los poetas tenemos, entre nuestras substancias originales, la de ser hechos en gran parte de fuego y humo. Cambiaba de casa casi diariamente. En todas partes se abría una puerta para resguardarme”.
Las metáforas de sus sublimes versos amorosos y los sonetos que dedicó a las cosas bellas, a la cotidianidad y a su musa Matilde, no fueron óbice para que pronunciara, en el periodo parlamentario, entre 1945 y 1948, sus lacerantes discursos políticos.
Esas valiosas piezas oratorias, ocultas y censuradas, fueron rescatadas y copiadas en 350 páginas de un libro prohibido, que Leonidas Aguirre Silva, su recopilador, publicó titulado “YO ACUSO” (Editorial Antártica, Santiago de Chile 1996).
“Rechazo abiertamente todos los prejuicios acerca de la supuesta inferioridad biológica o intelectual de la mujer con respecto al hombre. La mujer ha alcanzado, por su propia capacidad, situaciones que se reputaban inaccesibles para ella”. (YO ACUSO, página 77).
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