Cali, octubre 7 de 2025. Actualizado: lunes, octubre 6, 2025 23:11

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El nuevo libro del escritor tulueño promete escándalo

Cristo no murió en la cruz: Gardeazábal

Esta semana saldrá a la venta El resucitado, la nueva novela del escritor tulueño Gustavo Álvarez Gardeazábal, que promete generar tanto escándalo como su anterior libro, La misa ha terminado.

En el resucitado, Gardeazábal desarrolla una historia en la que sostiene que Cristo no murió en la cruz.

La novela narra la historia de un narcotraficante preso que, convencido de que Jesús no murió en la cruz, sino que bebió mandrágora para parecer muerto, toma también una bebida a base de esta planta y logra salir de la cárcel en un ataúd.

Para desarrollar la historia del capo, Gardeazábal reescribe a su manera varios pasajes de los evangelios, como este fragmento que publica en adelanto el Diario Occidente y que habla de los momentos previos a la aprehensión de Jesús:

“A uno nunca le han contado la verdad”
A uno siempre le echan el cuento de que Pilatos se lavó las manos, pero resulta que allí estaba pasando de todo. El 9 de Nisán, cuando Jesús desfiló desde el monte de los Olivos hasta Jerusalén, acababa de abortar una rebelión de los romanos enemigos de Tiberio y los judíos de la élite.

Jesús había convenido acudir a la rebelión con su gente, pero Pilatos no avisó que la rebelión había fracasado. A la hora convenida marchó hacia Jerusalén con sus discípulos, que no eran más de doce, con los seguidores huérfanos de Juan el Bautista, el predicador descabezado que se le había adelantado en los deseos de rebelión, y con un poco de galileos que ya lo estaban viendo como jefe político y religioso al mismo tiempo porque allá toda la vida, desde Cristo hasta el ayatola Jomeini, han unido el poder religioso con el político.

Era una manifestación a todas luces, y con ánimo belicoso, y a ella se iban uniendo todos los que estaban  listos para cuajar la revuelta que los herederos de Juan el Bautista tenían armada con instrucciones desde Roma.

Es en ese momento cuando los gritos de “Hosanna al hijo de David” se escribieron para la historia. Todos creían que Jesús era descendiente, por María, del más antiguo y prodigioso de los reyes. No importaba que fuera un hijo tenido al margen del matrimonio y menos que solo con el tiempo se hubiese sabido que era hijo del carpintero José.Lo dejaron pasar entre vítores y aleluyas hasta el pórtico de Salomón, donde se disolvieron.

Al otro día Jesús, que sabía sin duda alguna mucho de publicidad y bastante de política, había armado otro despelote al emprenderla contra los comerciantes extranjeros que sin conocer los reglamentos se hacían en el templo a vender sus productos. Con habilidad propia de los líderes populistas les echó la culpa a los sacerdotes, pero el pueblo, que protegía a los comerciantes extranjeros porque los necesitaba, se distanció del galileo.

Debe haber calculado mal, porque como él, Judas Iscariote y María Magdalena sabían de la conspiración de Pascua que desde Roma estaban fomentando los enemigos de Tiberio, entre los cuales se encontraba Pilatos, lo que buscaba era no dejarse arrastrar por la ola cuando él podía tener la suya propia.

A uno nunca le han contado la verdad, y menos que Judea se rebelaría y que todo estaba listo para que los soldados romanos resistieran débilmente y permitieran el triunfo de la sublevación. Pero cuando Pilatos y los partidarios de la rebelión supieron que Herodes Antipas, gobernador de Galilea, de donde era Jesús, había mandado mensajeros a Tiberio para advertirle de la rebelión, la abortaron.

Pilatos creyó que a Jesús no le habían avisado, pero como el galileo quería hacer la suya, independiente de la de los romanos, y no iba a perder el impulso que ya habían sembrado los antitiberianos, se apareció entonces en Jerusalén (en mal momento para Pilatos), con su gente y sus actitudes, y como cada día tenía un nuevo globo que elevar, desconcertó a todos y puso a los inspiradores de la rebelión interrumpida en su contra, pues ellos no podían permitir que Jesús le diera piso y confirmación a la traición de Herodes Antipas y que el emperador Tiberio mandara sus tropas a sacrificarlos.

Pilatos, más astuto aún, la pensó rápidamente y para quedar bien ante Roma pero al mismo tiempo mostrarle a Herodes que sus datos estaban equivocados, aupó con su poder y con el dinero de los judíos las travesuras de Jesús y los presentó a él y a sus seguidores como los causantes.

De esa manera se salvaba él, hacía quedar mal a Herodes ante Roma y los judíos cómplices quedaban sin mancha. Esa es la verdad de la historia, no la que cuentan los evange

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