Cali, septiembre 30 de 2025. Actualizado: lunes, septiembre 29, 2025 22:55
En los últimos meses se han conocido casos en diferentes países de adolescentes que, en medio de una crisis emocional, mantuvieron conversaciones prolongadas con sistemas de inteligencia artificial. Lejos de encontrar apoyo real, recibieron respuestas frías o poco adecuadas que no lograron contener la angustia.
En algunos episodios, la consecuencia fue fatal. Estas historias encendieron las alarmas sobre el impacto de la IA en la salud mental de los jóvenes y pusieron en la agenda pública la necesidad de supervisión adulta.
La inteligencia artificial se ha convertido en una herramienta cotidiana: ayuda a estudiar, a resolver dudas, a escribir textos o incluso a desahogarse cuando parece que no hay nadie más con quien hablar. Pero esa misma cercanía puede convertirse en un riesgo si no existen límites claros y acompañamiento humano.
Supervisar no es prohibir ni vigilar de manera invasiva. Para padres y maestros, la clave está en acompañar, abrir espacios de conversación y mostrar interés en lo que los jóvenes hacen en el mundo digital.
Preguntar con quién hablan, qué buscan en estas plataformas y cómo se sienten después de usarlas se convierte en un primer paso fundamental.
La supervisión parental en entornos digitales funciona como un puente de confianza. No se trata solo de controlar el tiempo frente a la pantalla, sino de entender las motivaciones y los estados emocionales que llevan a un adolescente a interactuar con una IA.
El control parental es una herramienta tecnológica que permite a los adultos configurar límites y protecciones en dispositivos y aplicaciones.
En el caso de modelos de lenguaje como GPT-5, se incluyen funciones específicas:
Estas funciones no reemplazan la cercanía de un padre, una madre o un maestro, pero actúan como una red de seguridad adicional.
Ante las preocupaciones globales, las empresas que desarrollan inteligencia artificial han incorporado nuevas medidas de protección.
Estas medidas buscan disminuir el riesgo, aunque la propia empresa reconoce que ninguna tecnología es infalible y que el acompañamiento humano sigue siendo indispensable.
Padres y maestros pueden identificar señales de alerta en los adolescentes cuando el uso de la IA se convierte en un refugio exclusivo o en un sustituto de las relaciones humanas.
Detectar estos signos a tiempo permite actuar con rapidez. El diálogo abierto, la escucha activa y el acceso a profesionales de la salud mental son recursos esenciales para prevenir que la tecnología se convierta en un riesgo mayor.
La irrupción de la inteligencia artificial en la vida de los adolescentes plantea un reto nuevo: cómo equilibrar las ventajas de la tecnología con la necesidad de proteger la vida y el bienestar de los jóvenes.
Padres y maestros no están llamados a ser expertos en programación, sino a ser presencias cercanas, vigilantes y empáticas.
La IA puede ofrecer una primera escucha y acompañamiento, pero la verdadera protección sigue estando en la familia, en la escuela y en la comunidad.
Reconocerlo es el primer paso para que la tecnología se use de manera responsable, sin que la vida de los jóvenes quede a merced de una pantalla.
Esta nota fue elaborada con el apoyo de inteligencia artificial y revisada por un miembro del equipo editorial de Diario Occidente.
🧠 Este artículo fue elaborado con apoyo de inteligencia artificial.
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