La inminente crisis en el equipo del presidente Gustavo Petro, lleva a preguntar si, con los cambios que están por darse, el mandatario se arrinconará en la izquierda.
Al momento de escribir esta columna, el jefe de Estado estaba reunido a puerta cerrada con su gabinete en la Casa de Nariño, en un consejo de ministros considerado decisivo…
Sólo un día antes de esta reunión, el mandatario expresó su intención de evaluar al gabinete para hacer cambios, y, de inmediato, comenzaron las especulaciones sobre quienes saldrían del gobierno.
Petro está a punto de cumplir dos años de mandato –la mitad del periodo para el que fue elegido- y su elevado nivel de desaprobación indica que tiene que darle un viraje al gobierno.
El más reciente Opinómetro –la encuesta periódica que realiza Datexco para La W- entregado este 16 de junio, le dio al presidente el 65% de desaprobación y sólo el 27% de aprobación.
Aunque el mandatario tiene claro que debe hacer cambios, la pregunta –y los temores- en torno a estos cambios tienen que ver con el tipo de perfiles que escogerá para reemplazar a los ministros que saldrán.
El gobierno de Gustavo Petro inició con un gabinete variado en el que –pese a algunos casos, como el de Irene Vélez-, la mayoría de los ministros cumplían con el perfil técnico y la experiencia para sus cargos y, además, tenían diversos orígenes políticos, lo que le daba una variedad ideológica interesante al equipo.
Sin embargo, poco a poco, los ministros de mejor perfil fueron saliendo del gobierno, pues su conocimiento se volvió incómodo porque, en varias ocasiones, iba en contravía de lo que dictaba la ideología presidencial.
Alejandro Gaviria, Cecilia López y José Antonio Ocampo son los símbolos de la purga y todos ellos fueron reemplazados por ministros que, por afinidad ideológica, no entraran en contradicción con órdenes del mandatario.
Este antecedente es el que genera la preocupación, pues la gran pregunta es si el presidente Gustavo Petro volverá a abrir la puerta a ministros de alto perfil, sean o no del Pacto Histórico o, definitivamente, seguirá nombrando activistas en los altos cargos, lo que llevaría al cumplimiento del vaticinio de su temida radicalización.
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