Gustavo Álvarez Gardeazábal

Crónica de un enchuspado #131

Endulzando sin peligro

Gustavo Álvarez Gardeazábal

Desde hace varios años nos vienen amenazando con la malignidad que encierra el azúcar, que en regiones donde se ha producido siempre como el Valle del Cauca, es alimento diario.

De la misma manera hubo hace unos años una campaña, que aún continúa para que no se usaran las estatinas como medicamento que disminuiría el colesterol. Las complicaciones, atríticas sobre todo, que deja ese fármaco recetado hace 30 años, llevaron a buscar reemplazos naturales y los médicos cubanos (ahora tan odiados por los uribistas) fabrican el policosanol con ayuda de los científicos chinos al punto de que quienes lo han tomado muestran con orgullo en reemplazo de la atorvastatina sus perfiles lipídicos tan limpios como los que se consiguen con las estatinas.

Por estos días un vallecaucano,miembro de la familia heredera de los ingenios Riopaila y Central Castilla ha hecho público,primero a través de las redes del doctor Fernando Londoño y después en la prensa regional, sobre el hecho de que le ha sido otorgada la patente para la fabricación de policosanol extraído de la corteza de la caña de azúcar a una temperatura que no pasa de los 70 grados, pero no para el oficio del medicamento cubano sino para fabricar azúcar sin los inconvenientes sobre los cuales se ha ido construyendo gran campaña mundial en contra de su uso. Este azúcar de policosanol, lo dice su inventor,se basa en la posibilidad de cristalizar la glucosa y la fructosa y no solamente la sacarosa,como se fabrica hoy en día el azúcar que consumimos,y que es la dañina.

Averiguando con conocedores de la industria azucarera vallecaucana me confirman que fabricar azúcar de policosanol es posible en los ingenios del Valle y que como el procedimiento ingresan a la cadena de producción la glucosa y la fructosa que hoy en día los ingenios desechan, la eficiencia de la caña aumentaría en un porcentaje cercano al 40 o 50 %. Pero sobretodo se lograría con un beneficio ecológico y un ahorro en el gasto de energía porque a más de que solo se requieren temperaturas de 70 grados y no de 120 a 170, la caña no se puede quemar para cortarla como se acostumbra y los famosos incendios en el valle geográfico del río Cauca desaparecerían por completo. Obviamente, tienen que refaccionar las fábricas a costos no muy livianos, pero si la inversión le quita el sanbenito de veneno al azúcar, el porvenir de la caña valluna estará salvado en unos 10 años y no condenada a desparecer como lo temen muchos hoy.

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