El enfrentamiento entre el ministro de Comercio, Luis Carlos Reyes, y el ministro del Interior, Armando Benedetti, es un episodio más de la interminable lucha interna dentro del gobierno del presidente Gustavo Petro.

Las acusaciones cruzadas entre altos funcionarios reflejan un panorama caótico, donde la agenda del país parece pasar a un segundo plano frente a los conflictos personales y las disputas de poder.

¿Quién dice la verdad? ¿Se puede confiar en un gobierno donde sus propios miembros se atacan públicamente?

No es la primera vez que el gabinete de Petro se enreda en estas confrontaciones.

De hecho, en los últimos meses, las peleas internas se han vuelto casi una constante, como se vio en el célebre consejo de ministros televisado.

Lo preocupante es que, en lugar de dedicarse a ejecutar políticas que beneficien a los ciudadanos, los funcionarios parecen más preocupados por sacarse trapos al sol y librar sus propias batallas dentro del gobierno.

El problema de fondo es la falta de liderazgo del presidente.

Un mandatario que no logra consolidar un equipo de trabajo unido difícilmente podrá llevar a cabo una gestión eficiente.

La falta de disciplina y dirección en su gabinete se traduce en una administración desordenada, incapaz de generar confianza tanto entre la ciudadanía como en el sector político y empresarial.

Si así está el gobierno a mitad de su mandato, ¿Qué se puede esperar en el año y medio que le queda? La incapacidad presidencial para coordinar al equipo y establecer una hoja de ruta clara, pone en duda la posibilidad de que este gobierno logre concretar sus principales proyectos.

No hay ejecución sin orden y, hasta ahora, lo único evidente es que el desorden es la marca de esta administración.

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