Cali, abril 22 de 2025. Actualizado: martes, abril 22, 2025 09:48
Creyentes o no, bien vale la pena reflexionar sobre las enseñanzas de Jesús, tan vigentes hoy como hace 2013 años.
Si los sermones que se escuchan en los templos durante la Semana Santa y todas las reflexiones de buena voluntad relacionadas con esta conmemoración religiosa se llevaran a la práctica, éste, sin duda, sería un mundo mejor.
No es necesario ser católico o identificarse con ninguna de las cada vez más numerosas y variadas religiones cristianas para entender, reconocer y validar la importancia y la vigencia del mensaje de Jesús.
Sin embargo, las enseñanzas del Nazareno, tan leídas, tan citadas y tan estudiadas, son en la mayoría de las ocasiones aplicadas a conveniencia y distorsionadas hasta por quienes más las predican.
El respeto, la compasión, la justicia, la igualdad, la ayuda, la verdad, la humildad, el servicio y tantos otros principios y valores consignados en los evangelios, deben ser reglas que guíen el proceder, no sólo de quienes se consideran buenos cristianos, sino de todo aquel que, creyente o no, aspire a ser un buen ciudadano o, sencillamente, para decirlo de una manera coloquial, buena gente.
Ojalá esta Semana Santa sirva para eso, y la pausa en las actividades laborales y académicas, y las múltiples reproducciones que por estos días se hacen del mensaje de Jesús sirvan para propiciar reflexiones que motiven cambios de actitud.
Asistir a procesiones y demás actos religiosos por cumplir, sin asumir ningún compromiso con lo que allí se predica, de nada sirve; sentarse a escuchar las enseñanzas de Jesús sin estar dispuesto a aplicarlas en el diario vivir, es hipócrita, o acudir a oficios religiosos para lavar culpas pasadas sin la voluntad de ser en adelante una mejor persona, es alimentar la teoría que dice que aquel que peca y reza, empata.
Bien valdría la pena que estas reflexiones las hicieran quienes tienen el poder de tomar decisiones que influyen sobre los demás, especialmente aquellos que ocupan cargos públicos y al asumirlos han jurado ante Dios, con una mano sobre la Biblia, cumplir fielmente con la misión encomendada.
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