En diálogo con varios medios de comunicación, el economista Ricardo Bonilla, asesor del presidente electo de Colombia, Gustavo Petro, confirmó que el nuevo gobierno presentará una reforma tributaria con el propósito de recaudar lo necesario para financiar lo prometido a los colombianos durante la campaña.

Aunque el exsecretario de Hacienda de Bogotá no precisó cuánto se busca recaudar con esta iniciativa, antes de las elecciones se habló de $50 billones, una cifra que equivale a más del doble de lo que se pretendía recaudar con la frustrada reforma tributaria del exministro Alberto Carrasquilla, que le apuntaba a $22 billones y que fue el detonante del estallido social que vivió el país el año pasado.

Antes de presentar una reforma tributaria, el nuevo gobierno debe adoptar medidas para evitar que continúe el desangre de recursos del Estado; según información de la Contraloría General de la República, la corrupción le quita al erario $50 billones al año, lo mismo que se buscaría recaudar con la reforma tributaria que preparan Petro y su equipo.

El nuevo gobierno, que fue elegido con una promesa de cambio, debe comenzar por la depuración de las malas prácticas en el manejo de los recursos públicos, ese sí sería un verdadero cambio, pues permitiría que el Estado contara con los recursos suficientes para hacer inversión sin necesidad de meterle otra vez la mano al bolsillo de los colombianos.

En un momento en el que el país se recupera de los efectos de la pandemia y del paro, ocasionado en parte por el intento de reforma tributaria anterior, aumentar los impuestos sin cerrar la llave de la corrupción sería indolente e irresponsable con la clase trabajadora y el sector productivo.

El nuevo gobierno, que pregona una mayor empatía con el pueblo, no puede desconocer las dolorosas lecciones que dejó el paro del año pasado, al cual fue muy cercano.

Foto: Pixabay

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