Las aglomeraciones que se registran en los buses del sistema integrado de transporte masivo de Cali son preocupantes. Desde mucho antes de que finalizara el aislamiento obligatorio, era evidente el incumplimiento de la ocupación máxima del 35% de los vehículos, sobre todo en las horas pico. Con la suspensión de 23 rutas, de las cuales ayer regresaron 9, la situación empeoró, pues las largas esperas propiciaron la acumulación de pasajeros en terminales y estaciones y, por consiguiente, el abarrotamiento de los carros, rompiendo así el distanciamiento social.

Ahora que no hay aislamiento, la situación tiende a empeorar, tanto así que los mismos operadores del sistema emitieron un comunicado a través del cual manifestaron su preocupación porque los buses del MIO sean focos de contagio del covid-19.

El tema es complejo, pues el número de buses en operación está limitado por los serios problemas financieros del sistema, que no cuenta con los recursos para poner a operar la flota a plenitud y garantizar la frecuencia necesaria para que no haya aglomeraciones, pero algo se debe hacer, y de manera urgente, para evitar que el uso del sistema represente un riesgo sanitario. Mientras se toman decisiones de fondo sobre el futuro del MIO, urge tomar medidas que permitan que funcione de la mejor manera mientras pasa la pandemia.

La sociedad, en general, puede contribuir a descongestionar el sistema, para que lo aborden únicamente quienes realmente necesiten usarlo. La mejor manera de aportar a ello es que las empresas que puedan hacerlo se mantengan en la modalidad de teletrabajo, y que colegios y universidades continúen en la virtualidad para no sumarle más gente a las aglomeraciones del transporte público.

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