Paros, Valle y Catatumbo

viernes 19 de julio, 2013

Resulta difícil creer que las protestas del Catatumbo, el paro minero y el anuncio de una huelga de cafeteros sea coincidencia, sobre todo por el carácter violento e intransigente de las dos primeras. Si lo que ha ocurrido en Norte de Santander en las dos semanas que lleva bloqueado el municipio de Tibú es grave, lo que pasó en las primeras 24 horas del paro minero en el Valle del Cauca lo es mucho más. El taponamiento de la vía al mar no afecta sólo a Buenaventura, sino a todo el país, pues por lo menos la mitad del comercio exterior colombiano queda automáticamente paralizado.

A la coincidencia de dos paros y el anuncio de otro, que llevan a sospechar que habría un actor en común entre las tres protestas, se suma la violencia demostrada por quienes quemaron dos tractomulas y un camión en la carretera a Buenaventura. ¿Es esta la forma de proceder de inofensivos mineros artesanales?

Y como si todo esto fuera poco, a la agresividad de los manifestantes se suma la incapacidad del Gobierno Nacional de disuadirlos por la vía del diálogo, lo que permitió que las protestas se agravaran, y la incapacidad de evitar los taponamientos. El presidente Juan Manuel Santos dijo que no permitiría el bloqueo de ninguna vía, pero en menos de 24 horas de iniciado el paro minero, se perdió el control de la carretera a Buenaventura. Hablar duro desde Bogotá no es suficiente.

El Valle del Cauca no se puede convertir en otro Catatumbo; el Gobernador, los alcaldes y los congresistas deben exigirle acciones al Gobierno Nacional para que esto no ocurra.

El Gobierno Nacional maneja una hipótesis según la cual las Farc habrían infiltrado los paros. De ser cierto, equivaldría a una peligrosa capacidad del grupo armado ilegal para movilizar ciertos sectores. Si esto se comprueba, no se entendería que el presidente Juan Manuel Santos siguiera adelante con los diálogos de La Habana, pues sería seguirle el juego a la guerrilla.