Las restricciones adoptadas por el Gobierno Nacional para contener los contagios y las muertes por covid-19 y reducir el impacto del tercer pico de la pandemia son válidas y, aunque, sin duda, golpean a sectores de la economía, como el de la diversión nocturna, resultan inevitables ante la aceleración que se presenta de nuevo en la transmisión del virus.

Son las consecuencias del comportamiento de miles de ciudadanos que, después de trece meses de pandemia, siguen sin entender que el desconocimiento de los protocolos de bioseguridad lleva al contagio y que, por lo tanto, han sido incapaces de asumir la responsabilidad de su autocuidado.

Hoy las restricciones impuestas por las autoridades contemplan un toque de queda nocturno que varía según los niveles de ocupación de las UCI de cada ente territorial, pero las medidas podrían ser mucho más estrictas si el número de contagios continúa en ascenso.

En enero, por ejemplo, durante el segundo pico, fue necesario decretar tres fines de semana seguidos de confinamiento, algo que podría ocurrir de nuevo este mes si los mismos ciudadanos que se aglomeraron en sitios turísticos, fiestas y reuniones de amigos y familiares en el puente festivo de marzo y durante la Semana Santa persisten en su actitud irresponsable.

Hay que insistir en que el proceso de vacunación, que apenas va en poco más del 5% de la población colombiana, no garantiza inmunidad colectiva todavía y que, así haya momentos en lo que bajen los contagios, si se relaja el autocuidado, el virus recupera la velocidad de transmisión; por eso estamos entrando de nuevo a un pico, y, si pasada esta tercera ola, hay de nuevo un comportamiento irresponsable, la historia se volverá a repetir, con nefastas consecuencias en pérdidas humanas y económicas.

Comments

Comparte esta noticia...

Facebook

Twitter

Linkedin