El exvicepresidente Humberto De la Calle Lombana, jefe del equipo negociador del Gobierno de Colombia en los diálogos de La Habana, dijo que \”sería una monstruosidad bíblica alcanzar un acuerdo con las Farc y que la sociedad desarmada lo haga inviable\”.

Estas declaraciones evidencian el temor que tienen tanto el Gobierno como la guerrilla de que el eventual acuerdo al que lleguen en la isla caribeña no sea aprobado por los colombianos, que deberán refrendarlo o invalidarlo mediante un referendo.

Más allá de empezar una campaña de presión sicológica sobre la ciudadanía para que apruebe lo que salga de la mesa de diálogo, sea lo que sea, el Gobierno Nacional debe ocuparse de asumir compromisos realistas, lógicos, sensatos y posibles con las Farc.

A los colombianos no se les puede pedir que aprueben a pupitrazo, como lo hace el Congreso de la República, motivado con mermelada; al contrario, debe estimularse una ciudadanía crítica y con criterio político, que sea capaz de evaluar sin apasionamientos el posible acuerdo al que lleguen el Gobierno y la guerrilla.

Por eso, si esperan que la gente avale el acuerdo con las Farc, el presidente Juan Manuel Santos y sus negociadores deben garantizar dos puntos fundamentales: que no haya impunidad y que se repare a las víctimas, pues será muy difícil que los colombianos refrenden un pacto en el que los responsables de los más atroces crímenes de lesa humanidad pasen directamente del monte al Congreso sin responder por sus delitos, sin reconocerlos, sin reparar el daño causado y sin siquiera pedir perdón; avalar algo así sí sería, para utilizar las palabras de Humberto De la Calle, una monstruosidad bíblica.

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