¿Mermelada para la paz?

Editorial

jueves 12 de febrero, 2015

Mockus y el Gobierno se equivocaron al no informar al país de la negociación para promover los diálogos.

Al contrato firmado por Corpovisionarios, la fundación de Antanas Mockus, con el Gobierno Nacional para adelantar acciones de promoción de los diálogos con la guerrilla de las Farc no se le pueden hacer cuestionamientos legales.

No cabe duda de que el exalcalde de Bogotá es tal vez el más acreditado líder en pedagogía ciudadaa del país y que, como tal, es el indicado para prestar este servicio. Sin embargo, en el campo ético, en el que el profesor ha sido referente para la mayoría de los colombianos, sí hay mucho que cuestionar.

¿Por qué las partes no aclararon desde un principio que Mockus prestaría ese servicio? Si lo hubieran hecho, ni el Gobierno ni el exalcalde estarían enfrentando los cuestionamientos que, con razón, se les hace por el ocultismo con que manejaron el tema.

Aunque el contrato por $480 millones “para diseñar e implementar, en escenarios y con actores específicos, herramientas/acciones innovadoras que contengan mensajes e ideas estratégicas para invitar a una movilización ciudadana que promueva el respaldo social ante las conversaciones que adelantan el Gobierno Nacional y las Farc-Ep en La Habana”, se haya ejecutado el año pasado, su conocimiento de manera filtrada, y no a través de Antanas Mockus o del Gobierno Nacional deja muchas dudas sobre las motivaciones de la marcha por la paz convocada por el exrector de la Universidad Nacional para el próximo domingo.

Mockus y la oficina del Alto Comisionado para la Paz insisten en que la movilización es una iniciativa individual que nada tiene que ver con el contrato, y ojalá que así sea, pero las suspicacias entorno al apoyo del profesor a las negociaciones de Cuba son inevitables.

El Gobierno Nacional también debe dar cuenta del manejo que ha dado a los recursos para la promoción de los diálogos de La Habana y explicar peso a peso en qué se han invertido, pues sería muy frustrante que a nombre de la pedagogía de la paz se estuvieran pagando favores políticos (repartiendo mermelada).