Si la construcción del túnel y el bulevar de la Avenida Colombia representó un gran reto para Cali, la conservación y el funcionamiento de la obra y su entorno representa uno mayor.

Después del gran sacrificio de los ciudadanos, que aportaron mediante la contribución de valorización los $49 mil millones que costó el proyecto, y además soportaron los desvíos y congestión en la zona durante los 26 meses que duró la construcción, hay que apropiarse

de estos nuevos espacios, y ello implica cuidarlos y darles el uso adecuado.

La marcha que ayer, que en el primer día de funcionamiento del túnel pretendía pasar por esta vía bloqueando el paso vehicular, es sólo un ejemplo de las amenazas de las que se deben cuidar las obras públicas para que un puñado de vándalos no arruinen en pocos minutos lo que se construye en años con el esfuerzo de los caleños de bien. Los rayones en las paredes de la Calle Quinta muestran cómo habría quedado el hundimiento si se hubiera dado paso a esa protesta. No se puede permitir que ocurra lo mismo que pasó con los puentes inaugurados a comienzo de este año en la Autopista Suroriental, en los que no cabe un grafiti más.

Pero así como hay que cuidar el hundimiento y el bulevar, de los vándalos, hay que garantizar seguridad, para que los caleños disfruten de este espacio, como lo hicieron ayer, y para que la superficie de la obra no se vaya a convertir en un mercado persa.

Hay que aprovechar el estudio del Plan de Ordenamiento Territorial, POT, que está próximo, para definir muy bien la vocación de esta zona, pues estas obras deben complementarse con el establecimiento de usos del suelo muy precisos para evitar que se tugurice nuevamente la Avenida Colombia, que registraba un alto deterioro físico y social antes de la construcción del túnel.

Comments