Aplicar este nuevo refuerzo es una forma de alejar la posibilidad de que haya un quinto pico de la pandemia.

Entre el 1 y el 5 de mayo se registraron en Colombia 978 casos nuevos de covid-19 y 12 muertes por causa de este virus, es decir 163 contagios detectados y 2 fallecimientos por día. Sin duda, son cifras muy bajas en comparación con las que se alcanzaron durante los cuatro picos de la pandemia en nuestro país.

Sin embargo, al mismo tiempo, son cifras que demuestran que el virus sigue ahí y, por lo tanto, es necesario mantener el autocuidado para evitarlo.

Es claro que los actuales niveles de contagio y muerte por covid-19 posibilitan la relajación de las medidas. La normalidad regresó a todo tipo de actividades, desaparecieron las restricciones de aforo y el uso de tapabocas se mantiene en muy pocos espacios.

En ese contexto, la decisión del Ministerio de Salud de abrir la aplicación de la cuarta dosis, o segundo refuerzo, contra el virus a partir de los 50 años de edad, es oportuna, pues permite mantener la inmunidad y evitar que la transmisión se acelere nuevamente.

Sin embargo, con base en lo ocurrido con las dosis anteriores, preocupa que cada vez menos personas deciden aplicarse el refuerzo. Hasta hace menos de dos semanas Cali y la mayoría de ciudades del país no habían cumplido con el mínimo del 40% de la población con tercera dosis, requisito para levantar el uso del tapabocas en espacios cerrados.

Extender la inmunidad a través de la vacuna es un seguro de vida para todos, pues no sólo genera protección individual, sino también colectiva y, por lo tanto, aleja la posibilidad de un quinto pico, con todo lo que implica en materia de pérdidas humanas y económicas, y daño emocional. Hay que ponerle el brazo a la cuarta dosis.

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