Sería ilógico pensar en un acuerdo de paz si la guerrilla no entrega las armas.

¿Para qué serviría el proceso de paz de La Habana si el acuerdo no incluye la entrega de las armas por parte de las Farc?

Esta pregunta surge ante la insistencia del grupo ilegal en la dejación de las armas, que es una figura que les permitiría conservarlas después de la negociación.

La entrega de las armas por parte de la guerrilla es un objetivo fundamental del proceso de paz, es un requisito fundamental para que los miembros de este grupo armado ilegal se reincorporen a la vida civil y se desliguen por completo de la violencia.

Aceptar un acuerdo sin que la guerrilla entreguen las armas sería someter al país a vivir en la incertidumbre ante la amenaza latente de que esta organización pueda regresar en cualquier momento a la lucha armada, además sería ortogarle a las Farc un método de presión permanente sobre el Estado para hacer exigencias después de la negociación.

La pretensión de mantener las armas es parte de la cultura extorsiva de la guerrilla, algo a lo que también deben renunciar sus miembros si en verdad tienen la intención de insertarse en la legalidad.

De nada valdría darles beneficios judiciales y políticos a los miembros de las Farc si no están dispuestos a romper con el uso de la violencia.

Si hay un acuerdo de paz, las armas de la guerrilla deben entregarse y fundirse como símbolo de rectificación y, sobre todo, como garantía de no repetición.

Si algo le ha faltado al proceso de paz es reglas claras, eso lo hace vulnerable y genera desconfianza ciudadana.

El problema con pendientes tan grandes y tan importantes como el tema de las armas y el de la justicia es que son tan importantes que, por mucho que se avance, no podrá haber acuerdo de paz si estos no están definidos.

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