Ningún candidato debería ni siquiera insinuar la posibilidad de extender su mandato si es elegido presidente.

Un discurso de Gustavo Petro, en el que aseguró que cuatro años son insuficientes para ejecutar sus propuestas, revivió la preocupación entre quienes temen que, en un eventual gobierno suyo, se reviva la reelección presidencial.

Aunque, ante la polémica suscitada por las declaraciones, el candidato presidencial y algunos de los dirigentes políticos que lo respaldan, como el senador Roy Barreras, sostuvieron que sus palabras fueron malinterpretadas, no es la primera vez que el aspirante al primer cargo de la nación hace un planteamiento al respecto.

Sea quien sea el presidente de la República y sea cual sea su filiación política e ideológica, está demostrado que la reelección presidencial es inconveniente para nuestro sistema democrático, pues rompe el equilibrio de poderes.

No es gratuito que, después de la reelección inmediata de los expresidentes Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos, esta figura fuera retirada de la Constitución Nacional. Además de poner el gobierno al servicio de un proyecto electoral, la reelección abre la puerta para que un mandatario se atornille en el poder.

Por eso, quienes aspiran a la Presidencia de Colombia deben comprometerse a que estarán en la Presidencia sólo cuatro años y que no intentarán modificar las leyes electorales en beneficio propio para quedarse más tiempo en el poder.

Venezuela y Nicaragua comenzaron con la modificación de sus leyes electorales para facilitar la reelección de Hugo Chávez y Daniel Ortega, que posteriormente aplicaron más reformas no sólo para reelegirse de manera indefinida, sino para dificultar que un candidato distinto a ellos pueda llegar a la presidencia.

Hoy en ambos países los procesos electorales son una farsa utilizada para validar la continuidad de dictadores disfrazados de demócratas. Por eso la reelección es una puerta que Colombia no debe volver a abrir.

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