Es muy preocupante el anuncio de la nueva ministra de Minas y Energía, Irene Vélez, quien dijo que no se permitirán nuevas exploraciones de gas en el territorio nacional y que, una vez se agoten las reservas que tiene Colombia, este combustible se le comprará a Venezuela, y más grave aún es que el país no haya comprendido los alcances que puede tener esta decisión y sus efectos en el mediano plazo en la economía nacional y la calidad de vida de todos.

Según los cálculos de Naturgas, la asociación colombiana de gas natural, traer este combustible desde Venezuela multiplicaría por 5 el precio que pagan los colombianos, y en este país el 69% de los hogares cocina con gas, sin contar los establecimientos industriales y comerciales que también dependen de este fluido.

En resumen, lo planteado por los expertos en la materia, indica que, de materializarse lo propuesto por la ministra de Minas, el precio que pagan los usuarios por el gas podría igualar o hasta superar el de la energía eléctrica.

Pero esa no es la única observación pertinente en este tema, además del impacto que tendría en la economía, pasar de ser productores de gas a importarlo, llevaría a Colombia a una dependencia innecesaria de Venezuela, que es, por el tipo de gobierno que tiene, un vecino problema.

Un buen ejemplo de lo que podría ocurrir es lo que hoy viven en Europa los países que dependen del gas que les suministra Rusia, situación que ha sido aprovechada por Vladimir Putin para evitar que interfieran en la invasión de Ucrania.

Todo esto debe llevar al presidente Gustavo Petro a evaluar a profundidad lo anunciado por la ministra Irene Vélez, para que, lleno de argumentos, no políticos, sino técnicos, ambientales y económicos, tome la mejor decisión para el país.

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