Dos atracos fueron frustrados este fin de semana en Cali por ciudadanos que reaccionaron contra los delincuentes. El primer caso ocurrió en un restaurante del sur, en Ciudad Jardín, donde hombres intimidaron con armas de fuego a los clientes del establecimiento para despojarlos de sus pertenencias, pero algunos de los comensales dispararon contra los atracadores, que salieron corriendo del lugar.

El otro caso se registró en el norte de la ciudad, en el barrio La Flora, donde un presunto atracador, que apuntó con un revólver contra los ocupantes de una camioneta, murió cuando le dispararon desde el interior del vehículo que pretendía robar.

Los hechos desataron un debate sobre lo que unos apoyan, pues lo consideran legítima defensa, y otros rechazan, pues lo califican como “justificia por mano propia”.

Más allá de estos casos puntuales, en Colombia es necesario que se dé un debate profundo sobre la inseguridad que se vive en los centros urbanos, pues si bien es a las autoridades a quienes les corresponde enfrentar a los delincuentes, esto pocas veces se cumple y los ciudadanos están expuestos no sólo a que los despojen de sus pertenencias, sino también a sufrir lesiones e incluso perder la vida en un atraco, como tantas veces a ocurrido.

¿Si el Estado no garantiza la seguridad, cómo pedirle a un ciudadano que no se defienda? Ese es un escenario no deseado, pero mientras las autoridades no actúen oportunamente, quien sea puesto en riesgo por un delincuente y reaccione en legítima defensa, no debe ser tratado como un criminal.

En la medida en que los ciudadanos perciban que la ausencia del Estado es mayor, este tipo de casos se pueden volver más frecuentes y la única manera de evitarlos es que la Policía y la justicia actúen de manera oportuna contra el crimen.

Foto: Pexels

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