Cali, febrero 16 de 2025. Actualizado: sábado, febrero 15, 2025 00:00

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Mientras las comunidades de La Guajira sufren por falta de agua, el gobierno propone un tren bala.

La Guajira, sin agua ni tren bala

Apenas una semana después de suspender el programa Mi casa ya, argumentando falta de recursos, el presidente Gustavo Petro sorprendió al país anunciando una ambiciosa propuesta: la construcción de un tren bala en La Guajira.

La idea resulta desconcertante, especialmente si consideramos que en el mismo departamento aún no se ha solucionado la falta de agua potable para miles de familias, un problema histórico agravado por el escandaloso fraude de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres, Ungrd, que involucró sobrecostos millonarios en la compra de carrotanques en este gobierno.

La contradicción es evidente.

Desde el hundimiento de la reforma tributaria en el Congreso, el gobierno nacional ha insistido en que la falta de recursos limitará su capacidad para ejecutar proyectos.

Entonces, ¿cómo financiar un tren bala que costaría billones de pesos? Además, ¿existen estudios serios que respalden la viabilidad de esta propuesta? A simple vista, parece otra promesa irreal, como el tren elevado entre Buenaventura y Barranquilla que Petro planteó en su campaña presidencial, del cual, tres años después, no hay ni un diseño preliminar.

Más que aspiraciones desmedidas, La Guajira necesita soluciones reales y urgentes.

Este es un departamento donde las comunidades rurales sufren por la falta de agua, donde las altas tasas de desnutrición infantil son alarmantes y donde las obras básicas prometidas se han convertido en un símbolo de corrupción y abandono estatal.

¿No sería más sensato priorizar inversiones que garanticen el acceso al agua potable antes de anunciar megaproyectos que parecen más una estrategia política que una realidad factible?

La construcción de un tren bala en La Guajira no es, en esencia, una mala idea; el desarrollo de infraestructura moderna sería positivo para la región.

Sin embargo, proponerlo en medio de un contexto de crisis y falta de credibilidad resulta irresponsable.

Primero, el gobierno debe responder por los recursos perdidos en el escándalo de los carrotanques y garantizar soluciones tangibles para mejorar las condiciones de vida de las comunidades más vulnerables.

La prioridad debe ser resolver los problemas que afectan directamente a la gente, no seguir alimentando la desconfianza con propuestas que carecen de sustento y ejecución.

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