La Feria y la cabalgata

La discusión sobre la cabalgata debe darse sin apasionamientos, buscando que el evento se transforme en un desfile equino.

La edición 56 de la Feria de Cali pasó la evaluación. Los eventos cumplieron, se notó la organización y la asistencia masiva del público rubricó la importancia que tienen para los caleños los eventos realizados entre el 25 y el 30 de diciembre.

Lamentablemente, la muerte de una joven que cayó de un caballo en la cabalgata reabrió el debate sobre la continuidad de este evento, pues, al conocerse el triste hecho, sus detractores encontraron un argumento adicional para pedir que no se realice más.

Se trata de un debate que la ciudad tiene que dar, pero sin el apasionamiento producido por esta muerte. Al validar este lamentable accidente como argumento para acabar la cabalgata se tendría que acabar con todos los eventos de la Feria de Cali, pues inevitablemente, por más organización y control que haya, en todos, especialmente en los que hay consumo de alcohol, se presentan problemas.

Lo que se debe hacer es mejorar la cabalgata. Así como se logró sacar a este evento del desorden en el que había caído años atrás, es posible organizarlo aún más. Hay que reducir el número de caballos, tres mil siguen siendo demasiados, y hay que restringir la participación a jinetes con una mínima experiencia, pues los accidentes se presentan por la falta de conocimiento del manejo de los equinos por parte de personas que nunca en su vida se han subido a uno o lo hacen sólo una vez al año.

Con menos caballos, montados por gente que sepa del tema equino, la cabalgata se puede transformar en un desfile de verdad, así se le puede dar más nivel; es replicar el modelo del exitoso Salsódromo, donde bailan los que saben, una exhibición.

Bienvenida la discusión sobre la cabalgata, pero no puede ser visceral; hay que revisar el evento para seguir avanzando en su organización, no para acabarla.

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