La COP16, que se celebrará en Cali entre el 21 de octubre y el 1 de noviembre, representa una oportunidad invaluable para destacar la biodiversidad de Colombia en el escenario global.

Por eso, dada la importancia de este evento, que congregará a más de 12.000 delegados de todo el mundo, sería un error politizarlo.

Por eso, hace bien el alcalde Alejandro Eder al subrayar la importancia de que la cumbre se centre exclusivamente en la colaboración internacional para la protección ambiental, sin caer en disputas políticas locales.

Es esencial que se entienda que la biodiversidad no tiene ni debe tener un color político, porque es un patrimonio que pertenece a todos y que debe ser preservado con responsabilidad.

La COP16 es una plataforma para generar acuerdos de protección ambiental y también para explorar cómo capitalizar de manera sostenible la riqueza natural de Colombia, que es una de las más biodiversas del mundo.

Sin embargo, para que esto sea efectivo, los actores involucrados deben trabajar en conjunto, con una visión unificada de conservación y desarrollo, dejando de lado las agendas políticas y personales.

Sería un error monumental permitir que la COP16 se convierta en otro campo de batalla para los enfrentamientos políticos que tanto han dividido a Colombia.

Este evento no debe ser utilizado para hablar de golpes de Estado imaginarios, hacer señalamientos o victimizaciones.

La COP16 debe ser un espacio de consenso, donde se tracen caminos hacia la preservación de nuestro entorno, y donde Cali y Colombia brillen por su compromiso con el planeta, no por sus divisiones internas.

En el caso de Cali, esta cumbre es una oportunidad única para mostrar su capacidad de organizar eventos de talla mundial, y para Colombia de asumir un liderazgo global en la protección de la biodiversidad.

No dejemos que se pierda en el ruido político.

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