En las elecciones de 2019 la abstención para la Alcaldía de Cali fue del 51,96%, y para la Gobernación del Valle llegó al 47%. En resumen, a la mitad de caleños y vallecaucanos no les importaron quienes gobernarían la ciudad y el departamento.

Se trata de un panorama que no cambia mucho al revisar otras ciudades y otras regiones de Colombia. A dos semanas de las elecciones del 29 de octubre, cuando se elegirá a los reemplazos de los gobernantes salientes, así como a los miembros de los concejales locales y las asambleas departamentales.

La alta abstención en las elecciones locales, como se evidencia en estas, es motivo de profunda reflexión en torno a la salud de nuestra democracia, pues estos datos revelan una preocupante desconexión entre los ciudadanos y la política local, y plantean cuestiones fundamentales que debemos abordar como sociedad.

Primero, debemos preguntarnos por qué tantos ciudadanos no se sienten motivados o interesados en participar en la elección de quienes gobernarán su ciudad o región.

¿Es el resultado de la apatía generalizada, la desconfianza en los líderes políticos o la percepción de que sus votos no influirán? Además, la alta abstención no solo es un reflejo de la falta de interés, sino que también plantea interrogantes sobre la representatividad de los gobernantes electos.

¿Puede un líder realmente representar a la población si la mitad de esta no participa en la elección? ¿Cómo podemos esperar que las políticas y decisiones locales reflejen las necesidades y deseos de la comunidad cuando una parte tan significativa de esto se queda al margen del proceso democrático? Las elecciones locales son el espacio donde se toman decisiones que impactan directamente en nuestras vidas cotidianas, desde el desarrollo de la infraestructura hasta la prestación de servicios públicos esenciales.

Ignorar este proceso debilita la voz de la ciudadanía en la toma de decisiones cruciales. ¡Hay que votar!

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