La labor desarrollada por las secretarias de Salud de Cali, Miyerlandi Torres, y del Valle del Cauca, María Cristina Lesmes, genera confianza en medio de la compleja situación sanitaria ocasionada por el covid-19. Desde que la pandemia llegó a nuestro país, ambas funcionarias han trabajado de manera incansable junto a sus jefes, el alcalde Jorge Iván Ospina y la gobernadora Clara Luz Roldán, dando ejemplo de coordinación y compromiso.

Fue así que se logró aumentar rápidamente las camas UCI tanto en la capital vallecaucana como en el resto del departamento, mientras que en otros puntos del país, como Bogotá, por ejemplo, esperaron a que el Gobierno Nacional les resolviera el asunto.

También hay que destacar de este equipo la búsqueda de un tratamiento que permitiera salvar vidas, algo en lo que la Gobernadora y el Alcalde junto con sus secretarias de Salud fueron valientes y acertaron, evitando una mayor mortalidad por el virus.

Lamentablemente, así como hay que destacar el compromiso y la capacidad de trabajo de quienes están al frente de la lucha contra la pandemia en Cali y el Valle del Cauca, hay que reconocer que la ciudadanía ha sido inferior y no ha correspondido con responsabilidad y autocuidado frente a la labor adelantada por sus gobernantes y las secretarias de Salud del Municipio y el Departamento.

Hoy el panorama es grave, la ocupación de las UCI supera el 92% en Cali y el Valle, y los medicamentos que se utilizan para la sedación y la intubación de los pacientes que requieren cuidados intensivos escasean, pero esto, claramente, no es responsabilidad de las autoridades, sino de una ciudadanía que sigue subestimando el riesgo y no acata las recomendaciones sanitarias. Si el desorden continúa, en menos de dos semanas el panorama será crítico.

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