El reciente reconocimiento a dos discotecas emblemáticas de Cali, La Pérgola y Cantina La 15, incluidas en la lista de las 100 mejores del mundo, no solo es motivo de celebración para la escena nocturna de la ciudad, sino también una clara señal de las posibilidades económicas latentes en este ámbito.

Esto y la decisión del alcalde Jorge Iván Ospina de extender el horario de la rumba hasta las 4:00 A.M. durante la temporada decembrina, debería impulsar una reflexión de fondo sobre el papel de la industria de la noche en la economía local.

Cali, reconocida por su vibrante cultura rumbera, tiene un potencial sin precedentes en entretenimiento nocturno. Esta vocación representa una oportunidad de crecimiento económico y generación de empleo que no puede pasarse por alto.

Es imperativo comprender que no hay razón para sentir vergüenza o subestimar el valor económico de la rumba. Basta con mirar a lugares como Las Vegas, cuyo florecimiento económico se apoya en gran medida en la industria del entretenimiento nocturno.

Esta realidad nos invita a adoptar una visión más amplia y estratégica al respecto.

Sin embargo, el éxito sostenible de esta iniciativa depende de dos pilares fundamentales: organización y seguridad. La planificación cuidadosa y la delimitación adecuada de zonas son esenciales para evitar los conflictos que surgen cuando los establecimientos nocturnos perturban áreas residenciales.

Problemas como ruido excesivo, congestión vehicular y dificultades de estacionamiento deben ser abordados con seriedad y responsabilidad.

Aprovechar esta oportunidad requiere no solo visión empresarial, sino también compromiso de todos los actores con la convivencia y el bienestar de todos los ciudadanos.

Bien vale la pena que desde el sector público se apueste por esta oportunidad de desarrollo económico para la ciudad.

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