La escasez de agua que vive Bogotá muestra que Colombia está lejos de tener un consumo responsable del preciado líquido.

En la última semana el país ha visto la implementación de medidas tardías frente a la sequía, como el reciente anuncio de un cargo adicional por consumo excesivo, pero ¿por qué estas acciones no son una práctica constante?

La falta de medidas permanentes y de una sólida pedagogía para fomentar el consumo responsable del agua es un punto que merece una reflexión profunda.

En Colombia se tiende a esperar a que los embalses alcancen niveles críticos para tomar medidas drásticas, pero esta mentalidad reactiva no solo es ineficiente, sino también insostenible a largo plazo.

Otros países han implementado estrategias exitosas para promover el consumo responsable del agua. Por ejemplo, en Australia, donde la sequía es un desafío constante, se han llevado a cabo campañas de concientización a largo plazo que enfatizan la importancia del uso eficiente del agua en la vida diaria.

Además, se han establecido políticas de tarifas progresivas que penalizan el consumo excesivo y premian el uso responsable.

En España se promueve la reutilización del agua tratada para usos no potables, reduciendo así la presión sobre los recursos hídricos naturales.

Es hora de que en Colombia se adopte un enfoque proactivo y sostenible en la gestión del agua. Esto implica no solo la implementación de medidas punitivas para aquellos que la derrochen, sino también una campaña de educación permanente que fomente hábitos responsables desde una edad temprana.

Los gobiernos, las entidades ambientales y las empresas de servicios públicos tienen la responsabilidad de liderar este cambio cultural. Es crucial que el uso responsable del agua se convierta en una conversación constante en nuestra sociedad, y que las medidas para promoverlo sean parte integral de las políticas públicas.

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