La discusión sobre la compra de aviones militares anunciada por el gobierno nacional debe darse sin el filtro selectivo con el que los sectores políticos abordan los temas.

Acá el centro del debate no debe ser quién toma la decisión de adquirir una flota de aeronaves, la cuestión es si Colombia la necesita o no.

Una cosa es ser oposición y otra, muy diferente y más compleja, es gobernar.

Quienes hoy son gobierno se opusieron, durante la presidencia de Iván Duque, a la compra de aviones militares, no sólo tildaron la intención como una señal guerrerista, sino que también hicieron insinuaciones sobre el supuesto pago de comisiones ilícitas por el negocio.

De allí que ahora sean fustigados por promover lo que antes criticaban.

Pero ese no es el debate, el quid de la cuestión es si nuestro país requiere esta flotilla de aviones y todo indica que sí.

No se trata sólo de estar preparados para una eventual confrontación internacional, que en el momento no se avizora, pero que es algo para lo que siempre debe estar preparado un país, sino principalmente de contar con la capacidad operativa para enfrentar amenazas criminales que están aquí y ahora, como las redes criminales que operan en las fronteras y la protección de vastos y apartados territorios, como la Amazonía, amenazada por la deforestación.

Las necesidades del país son diversas y, por lo tanto, se requiere una visión integral, la seguridad es un asunto trasversal que no puede ser subestimado por razones ideológicas ni por cálculo político y, por lo tanto, lo que se espera del gobierno de turno, sea cual sea su línea, es que tome decisiones responsables que garanticen en el largo plazo la defensa de la soberanía. En ese sentido, los aviones se necesitan.

Foto: Fuerza Aérea Colombiana

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