Las temperaturas de 13 grados centígrados en Miami, ciudad tropical de Estados Unidos reconocida mundialmente por su clima caliente, son mucho más que el producto de un fenómeno cíclico que, según los expertos, se presenta cada siglo en Norte América.

El descenso de temperaturas en esta parte del mundo, donde en ciudades como Chicago los termómetros marcaron hasta 26 grados centígrados bajo cero esta semana, es una señal indiscutible de que el cambio climático es una realidad, la Tierra ya está pasando la cuenta por los excesos cometidos por el hombre.

Por eso es un peligroso error ver este fenómeno como algo distante en el tiempo, que llegará en el futuro, o como algo lejano en el espacio, que afectará sólo a los países industrializados que aportan la mayor contaminación.
Los repentinos frentes fríos que se presentan por estos días en nuestro país y que han convertido en invierno la temporada seca de inicio de año son también producto de la alteración climática producida por la contaminación.

Lo más preocupante de esta gran amenaza mundial es que los gobiernos y la gente poco hacen para revertir los efectos de la contaminación, y, de seguir así, la alteración de los ciclos climáticos será cada vez más intensa hacia el calor y hacia el frío, con efectos devastadores para la humanidad.

Ya en Estados Unidos la Casa Blanca ordenó refuerzos a la infraestructura nacional para resistir estos embates del clima, pero, si no se detiene el avance de la contaminación, llegará el momento en el que no haya planes de contingencia que valgan.

Por eso es tan importante trabajar en el ahorro de agua, en el uso razonable de los recursos naturales, en el reciclaje y en la construcción de una cultura responsable con el medio ambiente, antes de que sea demasiado tarde.

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