Muchas teorías, desde diferentes enfoques, identifican en la crisis una oportunidad de cambio. Tanto en la sicología como en la sociología, así como en las ciencias económicas las situaciones difíciles son vistas como momentos ideales para replantear muchos aspectos y descubrir capacidades desconocidas para salir fortalecidos.

En este periodo de aislamiento obligatorio que apenas comienza, muchas personas se han visto afectadas emocionalmente por el cambio abrupto en sus rutinas y, porque, al tener que permanecer en casa, pasarán más tiempo del acostumbrado en solitario o con sus familias.

Que una crisis se convierta en una oportunidad depende de la forma en la que sea abordada, de la actitud con la que se asuma; en términos coloquiales, depende de ver el vaso medio lleno o medio vacío.

Entre los avatares de la cotidianidad moderna, la gran mayoría de las personas tiene muy poco tiempo para estar con sí mismas, para mirar su interior y reflexionar. Ahora, en esta cuarentena, es diferente y muchos no saben cómo asumirlo. Por eso es importante afrontar esta nueva realidad con templanza y autocontrol.

Quienes aprovechen este tiempo para cultivar su mente o su espíritu, según lo que crean, y se refugien en la esperanza que su fé o sus convicciones le señalen, podrán llevar mejor esta etapa y lograrán que el aislamiento no represente ni depresión ni irascibilidad.

No hay que asumir el aislamienmto como una tragedia individual, pues, por el contrario, es una medida pasajera que busca evitar una gran tragedia colectiva.

En resumen, que la cuarentena sea buena o mala depende de cada quien. Estar bien es una decisión.

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