Diálogos sin límite de tiempo

miércoles 3 de septiembre, 2014

“Las conversaciones no tendrán un tiempo ilimitado. Se medirán en meses, no en años”. Estas palabras fueron pronunciadas por el presidente Juan Manuel Santos en la alocución televisada del 4 de septiembre de 2012, cuando informó oficialmente al país el inicio del proceso de paz con las FARC.

Mañana se cumplirán dos años de aquel anuncio, y mientras el Gobierno nacional envía mensajes que indican que el acuerdo final está próximo, la guerrilla niega que el proceso de paz esté en la recta final.

Este mensaje contradictorio es preocupante, pues mientras el país espera que las negociaciones lleguen pronto a feliz
término, es claro que los voceros del grupo armado ilegal no tienen prisa y parece que el Gobierno nacional, pese al compromiso de medir el proceso en meses y no en años, estuviera dispuesto a esperar el tiempo que la guerrilla quiera.

Más preocupante aún es que nada está acordado hasta que todo esté acordado, es decir, que los entendimientos en los puntos de agro, participación política, drogas ilícitas y víctimas no son garantía de que habrá acuerdo final.

¿Por qué, si antes de las elecciones se le hizo creer al país que el acuerdo de paz con las FARC estaba a la vuelta de la esquina, ahora empieza a verse tan lejano? ¿Algo cambió después de la segunda vuelta o sencillamente se trató de una estrategia para impulsar la reelección?

Los diálogos con tiempo ilimitado favorecen solo a la guerrilla, que tiene un respiro con la permanencia de sus comandantes en Cuba, pues así los frentes no tienen la presión que les representa cuidarlos en el monte, y, además, los cabecillas, al estar juntos y tranquilos, pueden dedicarse a trabajar en estrategias políticas y de guerra.

Sin perder la esperanza en que se logre un acuerdo de paz, el país debe estar preparado para que nada pase en La Habana.