Sin desconocer las dificultades que implica el endurecimiento de las restricciones, en una situación tan grave como la generada por la segunda ola de la pandemia del covid-19, lo más sensato es acatar y respaldar las decisiones adoptadas por las autoridades en el propósito de reducir los contagios del virus.

En ese sentido, está más que justificada la adopción del toque de queda y la ley seca que rigen de manera continua en Cali desde las 7:00 A.M. de hoy hasta las 5:00 A.M. del próximo lunes.

Esta es la realidad de la ciudad: la ocupación de las Unidades de Cuidados Intensivos, UCI, está al 97% y el nivel de contagios del coronavirus es del 25%. Desde el punto de vista sanitario es ilógico contradecir la decisión tomada por el alcalde Jorge Iván Ospina, lo que hizo el mandatario es lo más responsable, pues se busca desacelerar la transmisión del covid-19 para evitar un colapso del sistema de salud, que está al borde de ello.

Esta no es una situación exclusiva de Cali, la gran mayoría de las ciudades capitales colombianas e incluso varias intermedias han tenido que endurecer las restricciones. En el contexto internacional el panorama no es distinto, Portugal, por ejemplo, inició hoy un confinamiento estricto de un mes, pues lleva diez días con un incremento alarmante de contagios, hospitalizados y fallecidos.

La economía colombiana, que aún no se recupera de la larga cuarentena del año pasado, no aguanta un nuevo cierre prolongado, por eso es necesario que acatar medidas como las adoptadas por el Alcalde de Cali para este fin de semana, para evitar que sea necesario acudir a restricciones más drásticas y extendidas que podrían derivar en una situación socio económica crítica. Todo depende del comportamiento de la ciudadanía.

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