En la retórica política, se supone que la invocación al “pueblo” es un llamado que representa a toda una nación. Sin embargo, en el caso del presidente Gustavo Petro, esta expresión se ha convertido en una herramienta para invisibilizar las opiniones contrarias y promover una agenda política personal, carente de un verdadero respaldo popular.

Las recientes cifras de aprobación y desaprobación no pueden ser ignoradas. Según la última encuesta de Guarumo, el presidente Petro cuenta con la desaprobación del 61,9% de los colombianos, mientras que solo el 38,1% lo respalda.

Además, el 62,2% de la población no está de acuerdo con la convocatoria a una asamblea constituyente propuesta por el mandatario, frente al 20,7% que apoya esta iniciativa.

En este contexto, ¿de cuál “pueblo” habla el presidente?
La estrategia de invisibilización de las opiniones contrarias es peligrosa para la democracia y la pluralidad de ideas. Al presentar a sus seguidores como el único “pueblo”, Petro excluye a la mayoría de los colombianos que no respalda su gestión ni comparte su visión política. Es una manipulación del concepto de “pueblo”.

La convocatoria a una asamblea constituyente es un ejemplo claro de esta manipulación. Un proceso de tal trascendencia debe ser el resultado de un amplio consenso y participación ciudadana, no de la voluntad unilateral de un presidente con un índice de desaprobación tan elevado.

Al intentar presentar las manifestaciones de una minoría como un respaldo popular suficiente, Petro demuestra un desprecio por la democracia y el pluralismo político.

La democracia sólo puede prosperar cuando se garantiza la participación y representación de todas las voces, no solo las que convienen a un líder político en particular.

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