El ejemplo empieza por casa y la ciudad es una casa grande. Esta frase debe tomarse como punto de partida para reflexionar sobre los casos de covid-19 diagnosticados en personal del Departamento Administrativo para la Gestión del Medio Ambiente, Dagma, entre los que se encuentra el director de la entidad, Carlos Calderón.

No se trata de fustigar al Director del Dagma por haber contraido el virus, pues nadie es inmune al contagio, pero queda un gran interrogante: ¿extremó los controles frente al riesgo de contagio? Aunque el funcionario asegura que cumplió con los protocolos de bioseguridad, las diferentes versiones sobre esto y sobre la forma en la que se enteró de los resultados de su prueba de covid-19 generan dudas.

No se justificaría que mientras el alcalde Jorge Iván Ospina realiza un esfuerzo mayúsculo para promover las medidas de bioseguridad en Cali y prevenir así el avance del virus en la ciudad, miembros de la administración municipal, y especialmente integrantes del gabinete, las desconocieran.

Los funcionarios públicos, y con más razón quienes ocupan cargos directivos, deben ser referentes de responsabilidad en medio de esta emergencia sanitaria, más en una ciudad como Cali, donde la indisciplina se ha convertido en un obstáculo en la lucha contra el coronavirus.

En ese sentido, el caso del Dagma debe servir como ejemplo para quienes minimizan el peligro de la pandemia. La morajela es clara: frente a una amenaza como la del covid-19 no se puede bajar la guardia. Hay que recordar que desconocer los protocolos no sólo expone la salud de quien se descuida, sino también la de todas aquellas personas con las que interactúa.

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