La intención del gobierno del presidente Gustavo Petro de tramitar una nueva reforma tributaria que busca recaudar hasta 12 billones de pesos plantea una interrogante: ¿es realmente necesario aumentar los impuestos? La respuesta es un rotundo no.

Colombia no necesita más impuestos, sino un estímulo decidido al aparato productivo que genere riqueza y, en consecuencia, mayores ingresos para el Estado a través de un sistema tributario más saludable y dinámico.

La primera reforma tributaria del presidente Petro desalentó la inversión, especialmente en las industrias extractivas, que históricamente han sido grandes generadoras de ingresos fiscales.

Además de que este desincentivo a la inversión disminuyó el recaudo, la reforma en cuestión potenció la inflación al aumentar los precios de bienes y servicios básicos.

La lección que dejó esta primera experiencia es clara: aumentar los impuestos no es la solución, por el contrario, es parte del problema.

¿Quién va a poner más plata? Es una pregunta pertinente en este contexto. La verdadera reforma tributaria debería enfocarse en mejorar la economía para que todos tengan más capacidad de pago.

En lugar de seguir gravando a los pocos sectores que aún generan ingresos, es crucial reactivar la economía en su conjunto.

La vivienda y las constructoras, por ejemplo, deben ser incentivadas, ya que su actividad económica genera empleo y paga renta.

El comercio y el turismo son otros sectores que, si se reactivan adecuadamente, también contribuirán significativamente al fisco.

La clave está en tener una economía en movimiento. Para reactivar el ingreso tributario, es imperativo aumentar los ingresos y las utilidades de las empresas, poniendo a producir todos los sectores posibles.

El problema actual del gobierno radica en su aversión hacia el ingreso y las utilidades, por la que no se fomenta la generación de riqueza, y sin riqueza, no hay base tributaria sólida.

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