Cali, enero 19 de 2025. Actualizado: viernes, enero 17, 2025 22:18
Cuánto daño le hacen a la política los candidatos promeseros, aquellos que, en el afán de conquistar electores, prometen lo que no pueden cumplir y, obviamente, terminan por desilusionar a los incautos que creen en ellos.
Esta reflexión viene a colación a raíz de una promesa lanzada por el candidato presidencial Gustavo Petro, que en el fragor de una manifestación pública anunció que si es elegido presidente construirá un tren eléctrico elevado entre Buenaventura y Barranquilla para comunicar el Pacífico con el Caribe.
¿Es posible hacer esto en cuatro años? ¿Hay estudios de un proyecto de esta magnitud? ¿Cuánto costaría esta obra? Si bien el candidato no dio detalles de cómo haría realidad esta propuesta, su coro de aplausos no se hizo esperar, pero, afortunadamente, algunas voces críticas plantearon cuestionamientos que siguen sin ser despejados.
Y es que, además de que su propuesta suena imposible, los antecedentes de Gustavo Petro como ejecutor no son los mejores, y menos en obras de infraestructura de este tipo. Durante su periodo como alcalde de Bogotá, el candidato presidencial no pudo sacar adelante el proyecto del metro, ni siquiera dejó andando la licitación. Si no pudo con el tren urbano de la capital de la República, ¿cómo hará realidad un proyecto ferroviario de 1.200 kilómetros?
Pero, más preocupante que las promesas imposibles que hacen los candidatos en su desespero por conseguir votos, resulta la ingenuidad de los electores que las creen y las aplauden sin preguntar siquiera si son viables.
Claro que hay que soñar y pensar en proyectos ambiciosos para el país, pero deben ser aterrizados y sustentados, no propuestas sacadas del sombrero. Los candidatos tienen que ser responsables, pero también los ciudadanos, que tienen el deber de analizar las propuestas para que no les metan los dedos a la boca.
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