El caso de Natalia Salazar, la joven que estuvo secuestrada una semana y que, afortunadamente, regresó sana y salva a su casa, deja un gran interrogante en Cali: ¿están los caleños expuestos a un renacer de este flagelo?

Por eso, más allá de los detalles puntuales de este caso, sobre el que se han expresado algunas dudas, es importante que las autoridades de seguridad y los organismos judiciales le presenten un informe a la ciudad sobre el secuestro, que responda a la pregunta planteada en el párrafo anterior. La sociedad caleña necesita saber si hay una amenaza generalizada y qué se está haciendo para evitar que este flagelo, que tanto dolor ha dejado en el Valle del Cauca, resurja ahora como una práctica más de la delincuencia común.

Las ciudades azotadas por el secuestro exprés viven en una zozobra permanente y muchos de los casos tienen desenlaces fatales, por eso en Cali no se puede permitir que este flagelo se consolide como la nueva modalidad de los delincuentes.

Lamentablemente, la situación socio económica que se está viviendo por cuenta de la crisis causada por el covid-19 puede estimular el aumento de la criminalidad en la capital del Valle del Cauca. Por esto, es necesario que las autoridades refuercen la lucha contra el crimen. Aquí es clave que el Ministerio de Defensa apoye a la ciudad, pues los recursos locales son demasiado limitados, y se requiere inteligencia, tecnología y pie de fuerza para actuar con contundencia.

Abundan los ejemplos que muestran cómo tras las crisis económicas viene el aumento de la delincuencia, tal vez el secuestro de Natalia Salazar sea una alerta para Cali. Ojalá las autoridades así lo entiendan y actúen oportunamente.

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