Cali, noviembre 7 de 2025. Actualizado: viernes, noviembre 7, 2025 18:27
Que la prolongación de la Avenida circunvalar, en el sur de Cali, se haya convertido en una pista de piques ilegales y en punto de encuentro para el expendio y consumo de drogas es una manifestación más del deterioro que estamos sufriendo como sociedad.
Es como si en materia de civilización, estuviéramos viviendo un proceso de involución, pues las conductas que alteran la convivencia son cada vez más repetitivas y hasta parecen normalizadas por muchos ciudadanos e incluso por autoridades.
El mal comportamiento pulula en los barrios y en las calles, y van desde los vecinos ruidosos y aquellos que no controlan a sus mascotas, hasta los conductores y motociclistas que no acatan los pares ni los semáfotos, los que conducen en contravía, los que invaden los carriles del MIO o los andenes, aquellos que se cuelan en el transporte público.
Quienes incurren en este tipo de conductas actúan con un profundo egoismo, y la falta de consideración por los demás tarde o temprano deriva en serios problemas de convivencia.
Por ello, bien vale la pena analizar por qué somos cada vez más propensos al desorden, para detectar las causas y plantear soluciones que eviten que nuestra c iudad termine sumida en la anomia y el caos.
Hay que tener claro que este no es un problema sólo de las autoridades, que son permisivas o se quedan cortas a la hora de regular el comportamiento ciudadano y sancionar a quienes exceden los límites.
Como sociedad, todos somos responsables, ya sea por tolerar comportamientos que se deben denunciar o por incurrir en ellos, contribuyendo a que el desorden siga alimentando una una pirámide invertida de valores.
El llamado a los ciudadanos es a autorregularse y a rechazar las malas conductas, mientras que a las autoridades hay que exigirles que cumplan con su deber de mantener el orden.
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