No hay razón para oponerse a la extradición de “Otoniel” ni de ningún otro criminal, todo hace parte de un acuerdo entre países y es un merecido castigo.

Tal parece que, en su afán de sumar votos, hay sectores dispuestos a politizar todo. Así lo indica lo ocurrido con la extradición de alias “Otoniel”, uno de los peores criminales de la historia reciente de Colombia, que fue enviado el pasado jueves a Estados Unidos, donde tendrá que responder por cargos de narcotráfico.

Aunque ha sido un asunto mucho más visible en los últimos 35 años, a raíz de la lucha contra el narcotráfico, la extradición fue introducida en la legislación colombiana en 1936. Y 51 años después, cuando Carlos Lehder se convirtió en el primer capo de las drogas en ser extraditado, se desató una escalada terrorista, liderada por Pablo Escobar y sus aliados, quienes, con bombas y comprando a políticos corruptos, trataron a sangre y fuego de impedir la aplicación de esta figura. Este doloroso capítulo refleja el temor a ser extraditados que tienen los criminales, especialmente si el país que los reclama es Estados Unidos.

Seamos sinceros, en Colombia el sistema carcelario es fácilmente burlado por los criminales, hace solo un mes alias “Matamba”, cabecilla del clan del golfo, escapó de la cárcel La Picota. Por el contrario, en Estados Unidos, además de tener unas condiciones de reclusión acordes con su peligrosidad, los criminales reciben también condenas ajustadas al mal que ocasionan, aquí no.

Hay que respaldar la extradición de “Otoniel”, entregarlo a la justicia norteamericana es un castigo que merece un criminal de su calaña y, además, su caso debe servir como ejemplo para quienes pretendan seguir su camino. Por eso, quienes politizan el tema con fines electorales, caen en el error de mostrarse como defensores de este criminal.

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