“Una ciudad limpia no es la que más se barre, sino la que menos se ensucia”. Esta frase, tan sencilla pero profunda, debería ser la consigna de los caleños, pues, a pesar de los esfuerzos notables de la administración del alcalde Alejandro Eder la suciedad en Cali persiste.

Desde que inició la gestión del alcalde Eder, la campaña “Volvamos a mi Cali bella” ha llevado a cabo numerosas jornadas de limpieza y embellecimiento en toda la capital del Valle del Cauca. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos de la Alcaldía, la ciudad sigue viéndose sucia en muchos lugares.

Es tiempo de reflexionar sobre la responsabilidad de los ciudadanos. La Alcaldía y las empresas de aseo hacen su parte, pero la triste realidad es que muchos puntos críticos vuelven a llenarse de basura pocas horas después de una limpieza. ¿Por qué? La respuesta es simple: son los propios caleños quienes volvemos y ensucian las calles.

Es imperativo que cada ciudadano asuma un manejo responsable de sus residuos. No es suficiente con barrer las calles si después se arroja basura en cualquier lugar. Hay que insistir en que cada caleño mantenga limpios sus espacios, respete los horarios de recolección y enseñe a las generaciones futuras el valor de cuidar la ciudad.

Las basuras no solo afectan la estética de Cali, también erosionan la identidad y sentido de pertenencia. Una ciudad limpia es reflejo de una comunidad comprometida y orgullosa de su entorno. Hay que dejar de ser indiferentes y asumir la responsabilidad que cada uno tiene en la construcción de una mejor ciudad para todos.

No se puede olvidar que cada pequeña acción cuenta, y que el comportamiento individual impacta directamente en la apariencia y la reputación de nuestra ciudad.

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